miércoles, julio 19, 2006

La representación es simbólica

Fuente: economista.mx
El principio de representatividad no siempre ha existido en lo que llamamos democracia, por ejemplo, la democracia ateniense excluía el principio de la elección por considerarlo aristocrático -usaba el principio de sorteo, pero este no produce representantes, produce autoridad y sólo era aplicable en una sociedad donde eventualmente todos sus miembros son aptos para ocupar cargos-.
Las democracias actuales funcionan en base al principio de representatividad, que consiste en la representación legitima de los representados por parte de los representantes, a partir de una elección libre e informada -eso en teoría-.
Pero en una sociedad con 40 millones de habitantes, ¿Cómo una persona puede ser considerada representante de todos, absolutamente todos? A través de una construcción social discursiva, porque lo que entendemos como la mayoría es esencialmente una construcción social, por lo tanto, la concepción de la representación es esencialmente simbólica, una ficción.
Por esto, la representatividad no se puede concebir como la perfecta adecuación del interés del representante con los de sus representados. Eso sería una falacia, pues ambos, tienen intereses propios y muchas veces divergentes.
Por esto, la representatividad no necesariamente se relaciona con la participación, y por esto distinguimos dos formas ideales de democracia, la representativa y la participativa, según los niveles de consideración de los intereses individuales hechos colectivos.
La primera, indirecta, basada en el ya mencionado principio de representatividad; la segunda, relativamente directa, basada en el principio del plebiscito, donde las consultas ciudadanas son comunes y constantes.
La representatividad deriva la capacidad de decisión de un grupo de individuos -la capacidad de decisión es individual y luego se disuelve en el grupo- a un único individuo natural, el representante. La toma de decisiones con respecto a temas colectivos entonces, se convierte en decisiones individuales y no colectivas.
Ese es el dilema de la representación. ¿Qué se representa y quiénes nos representan son idóneos para ello?
Si consideramos que muchos diputados o senadores jamás han vivido en los distritos que dicen "representar" ¿Qué se representa realmente? y más aún, ¿Qué es la representación en una democracia indirecta?
La representación se basa en un principio casi metafísico, en creer que el representante es depositario de todos los intereses de un colectivo, y que antepondrá aquellos por sobre los personales. La representación entonces es simbólica en una democracia representativa.
La representatividad surge de la lucha constante por hablar en nombre del resto, silencioso, tímido. Su objetivación actual son las estadísticas, el número de votos y escaños en el Congreso, todos midiendo algo metafísico, que contradicción.
*En el próximo texto hablaré de lo simbólico de la participación.