miércoles, diciembre 26, 2007

Sí la (P) política está enferma, no hay que oxigenarla, hay que desahuciarla

En el último tiempo se ha puesto de moda un nuevo discurso para-político, similar y por qué no decirlo, heredero de otros anteriores, como el de la alternancia en el poder, el del consenso, y el de la frase “las instituciones funcionan”. Este nuevo discurso, resumido en la frase “Oxigenar la Política”, al igual que sus predecesores, es útil y transversal a los principales sectores políticos, debido a que es un simple recurso retórico volátil y sin fondo.
En los últimos años, se ha hecho común escuchar que la Política está desprestigiada, que está sucia, que hay que cambiarle la cara, y con eso las caras de quienes están en el poder, en los partidos.
El pragmatismo político y tecnocrático, que surgió como remedio al colapso previo, y que buscaba reemplazar a los grandes y utópicos paradigmas de antaño, parece también agotarse en su propia fórmula, y ha terminado por sumarse como un síntoma más, de una enfermedad que parece crónica, y que se manifiesta en una creciente desafección política.
Pero ¿Está realmente enferma la Política? ¿No es acaso una variante de la Política, la política partidaria esencialmente, la que está agotada, y no su totalidad como actividad social?
La Política en su mayor amplitud, es una dimensión presente en todo ser humano, que está constantemente operando en nuestras vidas. Continuamente estamos haciendo Política, al vender, al comprar, al conquistar o dejarnos conquistar, al terminar una relación, al volver a ésta, al competir en un deporte, al organizar un asado, una fiesta o un concurso, al discutir, al aprender, etc. En definitiva, somos animales políticos constantemente, se quiera o no.
Por otro lado, la política (con minúsculas) es aquel campo de actividad, que se nos hace creer que es el único y supremo para establecer la representación, la participación y la toma de decisiones sociales y que sin embargo, es una actividad limitada que funciona, se desarrolla y reproduce en base a una lógica específica, con sistemas de ideas específicos, y sustentado en un marco institucional determinado.
Esa lógica específica, ha hecho que el campo político (sobre todo el partidario como eje de representación y control del Estado) –en casi cualquier parte del mundo e histórica y frecuentemente- siempre pase a estar controlado por ciertos grupos, que con el paso del tiempo adoptan el carácter de elites políticas y económicas, que posteriormente se constituyen y sedimentan como oligarquías, que centran sus pugnas en torno a tener o no, el control total del Estado. En este sentido, nunca se alejan del todo del poder, que quede claro.
“Oxigenar el poder”
“Oxigenar la Política”, así como la retórica de los consensos, la alternancia, los independientes y la institucionalidad, es un discurso que surge dentro de las mismas elites que controlan y hacen usufructo del campo político -sobre todo el central- y cuyo propósito es mantener y proteger la estructura institucional y discursiva que sustentan dicho control, que en ciertos casos muestra fisuras en su hegemonía, cuando el resto de la sociedad civil manifiesta su desconfianza en la clase política.
En este sentido, no es la Política la que está enferma, sino que es específicamente el campo político partidario el que se agota en sus propias lógicas, contradicciones e incoherencias, perdiendo fuerza y legitimidad como espacio representativo y de participación política.
Es decir, se debilita el recurso discursivo e institucional en el que se sustenta el dominio del campo político como eje de lo político, por parte de los partidos políticos, sus coaliciones, sus centros de estudios y organismos asociados.
Si la gente vota menos, se inscribe menos, y confía menos, entonces el poder político-partidario en general pierde su hegemonía como medio de representación y legitimidad, en cuanto a la toma de decisiones.
Al igual que el surgimiento de nuevos partidos, que retóricamente plantean “romper las lógicas de los partidos tradicionales”, pero que en la práctica las aplican desde su génesis, el discurso de la oxigenación, sólo busca fortalecer y proteger la estructura institucional en que se supone debe estar circunscrita la participación política ciudadana, que es la base del poder para el sistema de partidos.
Sobre todo, sirve para fortalecer a ciertas elites -da lo mismo el bando-, que dentro del campo político, son más débiles que otras, o aún contando con suficiente poder, no han podido acceder al control del Estado, los partidos o algunos organismos.
Quienes lo enarbolan como bandera, bajo ningún punto de vista pretenden el ingreso de nuevos actores a sus círculos o el traspaso del poder a base del surgimiento de nuevas elites.
Por lo mismo, la "oxigenación" es una idea volátil y sin fondo, que no plantea cambios en las estructuras institucionales del poder, sino más bien el reforzamiento de éstas.
La "Oxigenación de la Política" no pretende revitalizar la actividad, sino más bien mantener artificialmente una lógica de poder que se agota.

viernes, diciembre 14, 2007

Democracia: La Dimensión Desconocida

La Democracia como concepto, como modelo, y como ideal, ha quedado reducida a campos de acción, como la existencia de elecciones frecuentes o la protección de ciertos derechos como la propiedad y la libre expresión, que excluyen dimensiones políticas y económicas mucho más amplias, que en definitiva las convierte en Poliarquías.
La Democracia como ser y deber ser, tiene implícita la dicotomía del sujeto, como agente individual y como parte de un colectivo social.
Su objetivo primordial como sistema surge de la necesidad de superar dicha contradicción, mediante la conjunción de ambos espacios, respetando las individualidades de los sujetos en cuanto a decisiones, y simultáneamente considerando los intereses colectivos surgidos de éstas, en base a la idea de representación, cuyo fin último era generar el máximo Bien Común para todos.
La noción de esta dualidad, implica considerar campos sociales de acción, en que los sujetos actúan como individualidades, en función de intereses particulares, y también como parte de una suma de individualidades, delegando sus decisiones a otros, dentro de un entramado social complejo, donde los roles e intereses son cambiantes.
Los campos de acción política y económica, donde existen dimensiones y entramados que establecen marcos de acción para los sujetos, tanto a nivel individual como colectivo, son en este sentido, los más complejos para disminuir esa dicotomía.
A medida que las sociedades se complejizaban en diversos estamentos, se profundizaba la división del trabajo y la propiedad, y simultáneamente las dimensiones de los campos de acción se expandían e imbricaban, se hizo más difícil compatibilizar el aspecto individual de la decisión, con el colectivo de la representación, como claves del Bien Común, haciendo que la distancia entre ambos aumentara profundamente.
Diversas dimensiones de la democracia relacionadas con la decisión individual y la representación colectiva: como la igualdad de condiciones para participar de ésta en pro del Bien Común, -donde privilegios, aptitudes y estructuras de dominación de cualquier índole se suponen abolidos o no existentes- comenzaron a ser subvaloradas, mientras se anteponían intereses particulares, ya sea de personas o grupos mejor organizados o con más recursos, que comenzaba a instrumentalizar la Democracia.
Lo anterior introdujo prácticas que paulatinamente fueron reduciendo el ámbito de la decisión y la participación de los sujetos, haciendo que la representación, no sólo por una lógica cuantitativa sino discursiva, se convirtiera en un aspecto central del discurso democrático, pero esencialmente simbólico y no práctico.
Ésto, trajo consigo la supresión de algunas dimensiones sociales de la democracia, y una lógica exclusión política, primero desde la esfera de la toma de decisiones, hasta la participación política en sí -en puestos de gobierno, dirigencia de partidos- que terminó por sedimentar un sistema de exclusión económica, eliminando prácticas democráticas en la producción, organización y gestión del trabajo.
Así, dimensiones complejas y sumamente ricas en el entramado social, como la Economía, las Ciencias y la Cultura, quedaron eliminadas del ideal democrático, y fueron confiscados por ciertas elites, que las convirtieron en dimensiones exclusivas, a las cuales, el resto no tenía -y no tiene- ningún tipo de acceso.
Más aún, cualquier expresión fuera de dichas dimensiones exclusivas era considerada poco docta, ordinaria, revolucionaria o incivilizada.
En muchos casos, incluso fueron eliminadas del ideario colectivo, mediante procesos de socialización que buscaban reproducir ese sistema desigual, como la Educación.

lunes, diciembre 10, 2007

Cambio climático podría agravar conflictos en algunas regiones del planeta

El informe Cambio Climático como riesgo a la Seguridad, realizado por el Consejo Consultivo sobre el Cambio Mundial y el Programa Ambiental de Naciones Unidas llegó a la conclusión de que el cambio climático agrave o genere conflictos violentos en el planeta.
Las zonas de mayor riesgo según el documento serían África, el Mediterráneo, Asia Central, el Golfo de México y algunas regiones de América Latina.
Según los científicos, en su mayoría alemanes y suizos, el número de refugiados del clima, terminarán por desestabilizar los sistemas políticos de algunos países, generando violencia en muchos casos.
Los principales focos o causales de conflicto serían:
-Degradación de las aguas dulces.
-Disminución de la producción de alimentos.
-Aumento de desastres.
-Aumento de la migración por causa medioambiental.
Esto sin embargo, no es novedad, pues personalmente lo había constatado tiempo antes, al realizar mi tesis de Magíster acerca de la Reconfiguración de la Seguridad Internacional, donde el tema medioambiental era recurrente como un issue de creciente importancia, aún cuando los gobiernos y transnacionales, querían reducirlo sólo a la expresión de algunos grupos ecologistas.
El problema medioambiental, es social, político, económico y global, afecta en diversas dimensiones de la vida humana, y tiene costos irreversibles en muchos casos, cuando las autoridades anteponen intereses particulares, por sobre el bienestar de la población, no sólo humana, sino también animal, vegetal, natural.
Quizás algo que no mencionan los autores, es que no existen instancias institucionales para que las personas expresen, informen y puedan denunciar la irresponsabilidad medioambiental de privados o el Estado. Eso, también puede ser un foco de futura violencia.
Si quieren debatir de Filosofía Política Pura:

Capital Social, costos de transacción e Innovación*

Resumen:
El desarrollo de un país requiere una institucionalidad[1] que permita el surgimiento de organizaciones (organismos) de alta calidad que lo sustenten, generando mayores incentivos para el desarrollo de conocimiento e innovación, que permitan proyectarlo en el tiempo y el espacio social.
Lo anterior, porque es claro que “las instituciones afectan el desempeño de la economía debido a su efecto sobre los costos del cambio en la producción” (North, 1995:16).
Sin embargo, todo lo anterior requiere de individuos capaces de aprovechar dicho marco institucional, para generar mayores y crecientes innovaciones, ya sean éstas productivas, tecnológicas o científicas, cuando así se requiera y sea oportuno a favor del desarrollo.
El capital social –como un factor esencial en este sentido- puede ser un estímulo clave para dicho proceso, pero si es mal utilizado, mal valorado o distribuido, puede convertirse en una traba que eleve los costos de transacción en torno a los incentivos a la inversión en conocimiento e innovación.
Esto se puede ver con mayor frecuencia en sociedades donde el perfeccionamiento del capital social o humano, en muchos casos, no se produce a la par del capital físico o material, inhibiendo el desarrollo productivo, innovación y conocimiento.

[1] Institucionalidad, entendida como el marco de limitaciones formales e informales, las reglas del juego en una sociedad determinada, que establecen una estructura de incentivos en el intercambio y definen el conjunto de elecciones para los individuos dentro de éste.
-¿Es el capital social una institución que incentiva la inversión en conocimiento e innovación o más bien eleva los costos de transacción en torno a éstas?

-¿Cuál es el rol del capital social como incentivo o desincentivo en el impulso a la innovación y la eficiencia en los países en desarrollo?

-¿Cómo darle un buen uso al desarrollo del capital social en pro de una mayor eficiencia adaptativa?

Bibliografía
- North, D. (1995) Instituciones, Cambio Institucional y Desempeño Económico. Fondo de Cultura Económica, México.

- P, Frijters, D. J. Bezemer y U. Dulleck (2003) Contacts, Social Capital and Market Institutions – A Theory of Development. Working Papers, Departament of Economics. University of Vienna.
[En línea]. Disponible en:
http://econpapers.repec.org/paper/qutpfrijt/2005-1.htm
[2007, 5 octubre].

- J. Fagerberg (2003) Innovation: A Guide to the Literature. Centre for Technology, Innovation and Culture, University of Oslo. [En línea]. Disponible en: http://www.econ.uniurb.it/siepi/dec03/papers/fageberg.pdf [2007, 5 octubre].

*Proyecto de Tesis de Doctorado, presentado para beca Fulbright-Conicyt de Igualdad de Oportunidades, que al parecer no me gané por qué, nadie lo sabe.

Falta la parte central con mis ideas claves, las cuales me reservo no publicar.

jueves, diciembre 06, 2007

La Política sigue siendo de las elites

Los últimos acontecimientos políticos, como la pugna de poder entre Zaldívar y la mesa directiva de la DC, la abrupta salida de Carlos Cantero de RN por desavenencias ideológicas, y la reciente renuncia de Lagos Weber de la vocería del Gobierno y su reemplazo por Francisco Vidal, sólo dejan un hecho plausible y manifiesto, la Política sigue siendo un nicho acaparado y definido por las elites.
Algunos dirán que es lógico, e incluso natural, que las elites ocupen todos los nichos del espacio político y que sean ellas las que definan qué es importante en la Política, para finalmente acaparar la toma de decisiones, desde la cúpula hacia abajo.
El problema surge cuando las pugnas entre los miembros de esas elites -surgidas por el agotamiento de ciertos bienes- se desprenden hacia las bases como si fueran los hechos claves de todo lo político, convirtiéndose en el centro y base constitutiva de la Política en general.
Debe quedar claro que las elites tiene dos formas de mantener el poder (exceptuando el uso de la fuerza):
1) Cuando la elite agota los bienes a repartir entre sus miembros, comienzan las pugnas en su interior, pero siempre atrayendo a las bases, como si aquellas luchas fueran sus luchas.
2) Cuando la elite no quiere agotar los bienes a repartir, los convierte en bienes transferibles, pero sólo entre su propio capital humano.
Así, la pugna entre Zaldívar y Alvear, en ningún caso corresponde a una pugna en torno al Transantiago, el Modelo Político-Económico, o los más desvalidos, sino que es esencialmente una lucha por el poder al interior del Partido, entre dos elites que se han vuelto irremediablemente antagonistas con el paso del tiempo.
Incluso, podríamos decir que es el antagonismo entre Zaldívar y Alvear -surgido desde sus propias subjetividades personales y no políticas- el que se ha expandido como si fuera una pugna política a todo el partido, incluyendo a las bases, que se han alineado entre ambos egos.
En el caso de Carlos Cantero ocurre lo mismo, aunque de forma menos publicitada, su salida de RN, también tiene relación pugnas internas entre las elites de dicho partido, que guardan relación con diversas formas de articular el ejercicio del poder y la distribución de bienes políticos en su interior.
Por lo mismo, el senador declaraba "la convivencia interna se ha deteriorado a niveles que la constituyen un desagrado, además de observar un marcado relativismo ético en la forma como se gestiona la política en cierta dirigencia de RN"(El Mercurio on line, Viernes 23 de Noviembre de 2007).
En ambos casos, pero sobre todo en el de la DC, las guerras intestinas entre las elites, traducidas en personalismos, se expanden y publicitan hacia las bases, pero camufladas bajo conceptos volátiles, que esconden las verdaderas razones de las pugnas, mantener el poder en la cúpula, mantener el control de la elite y con eso, el de todas las bases.
En este sentido, la política a nivel de partidos, sigue estando dominada por los intereses de las cúpulas, sus elites dominantes y sus luchas de intereses. Las bases quedan relegadas a funciones utilitarias -mantener el poder de las elites- y en ningún caso, están consideradas para hacerse parte de éstas, ni tampoco son las llamadas a resolver dichas pugnas.
Al parecer, esa misma lógica de comportamiento de las elites, parece aplicarse en cuanto al retorno de Francisco Vidal a la vocería de Gobierno, en reemplazo de Lagos Weber.
Su designación -o redesignación- termina por demostrar y confirmar que "los rostros nuevos" en la elite política dominante: o jamás existieron, no existen -no hay nuevos miembros en la elite hegemónica- o simplemente aquellos que podrían ser rostros nuevos, no son considerados en la alta política.
Así, mediante esa lógica, la Política sigue siendo manejada, definida y constituida por las elites, como históricamente ha ocurrido.
El problema es que incluso las bases más ingenuas creen que esa es la democracia.