miércoles, diciembre 26, 2007

Sí la (P) política está enferma, no hay que oxigenarla, hay que desahuciarla

En el último tiempo se ha puesto de moda un nuevo discurso para-político, similar y por qué no decirlo, heredero de otros anteriores, como el de la alternancia en el poder, el del consenso, y el de la frase “las instituciones funcionan”. Este nuevo discurso, resumido en la frase “Oxigenar la Política”, al igual que sus predecesores, es útil y transversal a los principales sectores políticos, debido a que es un simple recurso retórico volátil y sin fondo.
En los últimos años, se ha hecho común escuchar que la Política está desprestigiada, que está sucia, que hay que cambiarle la cara, y con eso las caras de quienes están en el poder, en los partidos.
El pragmatismo político y tecnocrático, que surgió como remedio al colapso previo, y que buscaba reemplazar a los grandes y utópicos paradigmas de antaño, parece también agotarse en su propia fórmula, y ha terminado por sumarse como un síntoma más, de una enfermedad que parece crónica, y que se manifiesta en una creciente desafección política.
Pero ¿Está realmente enferma la Política? ¿No es acaso una variante de la Política, la política partidaria esencialmente, la que está agotada, y no su totalidad como actividad social?
La Política en su mayor amplitud, es una dimensión presente en todo ser humano, que está constantemente operando en nuestras vidas. Continuamente estamos haciendo Política, al vender, al comprar, al conquistar o dejarnos conquistar, al terminar una relación, al volver a ésta, al competir en un deporte, al organizar un asado, una fiesta o un concurso, al discutir, al aprender, etc. En definitiva, somos animales políticos constantemente, se quiera o no.
Por otro lado, la política (con minúsculas) es aquel campo de actividad, que se nos hace creer que es el único y supremo para establecer la representación, la participación y la toma de decisiones sociales y que sin embargo, es una actividad limitada que funciona, se desarrolla y reproduce en base a una lógica específica, con sistemas de ideas específicos, y sustentado en un marco institucional determinado.
Esa lógica específica, ha hecho que el campo político (sobre todo el partidario como eje de representación y control del Estado) –en casi cualquier parte del mundo e histórica y frecuentemente- siempre pase a estar controlado por ciertos grupos, que con el paso del tiempo adoptan el carácter de elites políticas y económicas, que posteriormente se constituyen y sedimentan como oligarquías, que centran sus pugnas en torno a tener o no, el control total del Estado. En este sentido, nunca se alejan del todo del poder, que quede claro.
“Oxigenar el poder”
“Oxigenar la Política”, así como la retórica de los consensos, la alternancia, los independientes y la institucionalidad, es un discurso que surge dentro de las mismas elites que controlan y hacen usufructo del campo político -sobre todo el central- y cuyo propósito es mantener y proteger la estructura institucional y discursiva que sustentan dicho control, que en ciertos casos muestra fisuras en su hegemonía, cuando el resto de la sociedad civil manifiesta su desconfianza en la clase política.
En este sentido, no es la Política la que está enferma, sino que es específicamente el campo político partidario el que se agota en sus propias lógicas, contradicciones e incoherencias, perdiendo fuerza y legitimidad como espacio representativo y de participación política.
Es decir, se debilita el recurso discursivo e institucional en el que se sustenta el dominio del campo político como eje de lo político, por parte de los partidos políticos, sus coaliciones, sus centros de estudios y organismos asociados.
Si la gente vota menos, se inscribe menos, y confía menos, entonces el poder político-partidario en general pierde su hegemonía como medio de representación y legitimidad, en cuanto a la toma de decisiones.
Al igual que el surgimiento de nuevos partidos, que retóricamente plantean “romper las lógicas de los partidos tradicionales”, pero que en la práctica las aplican desde su génesis, el discurso de la oxigenación, sólo busca fortalecer y proteger la estructura institucional en que se supone debe estar circunscrita la participación política ciudadana, que es la base del poder para el sistema de partidos.
Sobre todo, sirve para fortalecer a ciertas elites -da lo mismo el bando-, que dentro del campo político, son más débiles que otras, o aún contando con suficiente poder, no han podido acceder al control del Estado, los partidos o algunos organismos.
Quienes lo enarbolan como bandera, bajo ningún punto de vista pretenden el ingreso de nuevos actores a sus círculos o el traspaso del poder a base del surgimiento de nuevas elites.
Por lo mismo, la "oxigenación" es una idea volátil y sin fondo, que no plantea cambios en las estructuras institucionales del poder, sino más bien el reforzamiento de éstas.
La "Oxigenación de la Política" no pretende revitalizar la actividad, sino más bien mantener artificialmente una lógica de poder que se agota.

viernes, diciembre 14, 2007

Democracia: La Dimensión Desconocida

La Democracia como concepto, como modelo, y como ideal, ha quedado reducida a campos de acción, como la existencia de elecciones frecuentes o la protección de ciertos derechos como la propiedad y la libre expresión, que excluyen dimensiones políticas y económicas mucho más amplias, que en definitiva las convierte en Poliarquías.
La Democracia como ser y deber ser, tiene implícita la dicotomía del sujeto, como agente individual y como parte de un colectivo social.
Su objetivo primordial como sistema surge de la necesidad de superar dicha contradicción, mediante la conjunción de ambos espacios, respetando las individualidades de los sujetos en cuanto a decisiones, y simultáneamente considerando los intereses colectivos surgidos de éstas, en base a la idea de representación, cuyo fin último era generar el máximo Bien Común para todos.
La noción de esta dualidad, implica considerar campos sociales de acción, en que los sujetos actúan como individualidades, en función de intereses particulares, y también como parte de una suma de individualidades, delegando sus decisiones a otros, dentro de un entramado social complejo, donde los roles e intereses son cambiantes.
Los campos de acción política y económica, donde existen dimensiones y entramados que establecen marcos de acción para los sujetos, tanto a nivel individual como colectivo, son en este sentido, los más complejos para disminuir esa dicotomía.
A medida que las sociedades se complejizaban en diversos estamentos, se profundizaba la división del trabajo y la propiedad, y simultáneamente las dimensiones de los campos de acción se expandían e imbricaban, se hizo más difícil compatibilizar el aspecto individual de la decisión, con el colectivo de la representación, como claves del Bien Común, haciendo que la distancia entre ambos aumentara profundamente.
Diversas dimensiones de la democracia relacionadas con la decisión individual y la representación colectiva: como la igualdad de condiciones para participar de ésta en pro del Bien Común, -donde privilegios, aptitudes y estructuras de dominación de cualquier índole se suponen abolidos o no existentes- comenzaron a ser subvaloradas, mientras se anteponían intereses particulares, ya sea de personas o grupos mejor organizados o con más recursos, que comenzaba a instrumentalizar la Democracia.
Lo anterior introdujo prácticas que paulatinamente fueron reduciendo el ámbito de la decisión y la participación de los sujetos, haciendo que la representación, no sólo por una lógica cuantitativa sino discursiva, se convirtiera en un aspecto central del discurso democrático, pero esencialmente simbólico y no práctico.
Ésto, trajo consigo la supresión de algunas dimensiones sociales de la democracia, y una lógica exclusión política, primero desde la esfera de la toma de decisiones, hasta la participación política en sí -en puestos de gobierno, dirigencia de partidos- que terminó por sedimentar un sistema de exclusión económica, eliminando prácticas democráticas en la producción, organización y gestión del trabajo.
Así, dimensiones complejas y sumamente ricas en el entramado social, como la Economía, las Ciencias y la Cultura, quedaron eliminadas del ideal democrático, y fueron confiscados por ciertas elites, que las convirtieron en dimensiones exclusivas, a las cuales, el resto no tenía -y no tiene- ningún tipo de acceso.
Más aún, cualquier expresión fuera de dichas dimensiones exclusivas era considerada poco docta, ordinaria, revolucionaria o incivilizada.
En muchos casos, incluso fueron eliminadas del ideario colectivo, mediante procesos de socialización que buscaban reproducir ese sistema desigual, como la Educación.

lunes, diciembre 10, 2007

Cambio climático podría agravar conflictos en algunas regiones del planeta

El informe Cambio Climático como riesgo a la Seguridad, realizado por el Consejo Consultivo sobre el Cambio Mundial y el Programa Ambiental de Naciones Unidas llegó a la conclusión de que el cambio climático agrave o genere conflictos violentos en el planeta.
Las zonas de mayor riesgo según el documento serían África, el Mediterráneo, Asia Central, el Golfo de México y algunas regiones de América Latina.
Según los científicos, en su mayoría alemanes y suizos, el número de refugiados del clima, terminarán por desestabilizar los sistemas políticos de algunos países, generando violencia en muchos casos.
Los principales focos o causales de conflicto serían:
-Degradación de las aguas dulces.
-Disminución de la producción de alimentos.
-Aumento de desastres.
-Aumento de la migración por causa medioambiental.
Esto sin embargo, no es novedad, pues personalmente lo había constatado tiempo antes, al realizar mi tesis de Magíster acerca de la Reconfiguración de la Seguridad Internacional, donde el tema medioambiental era recurrente como un issue de creciente importancia, aún cuando los gobiernos y transnacionales, querían reducirlo sólo a la expresión de algunos grupos ecologistas.
El problema medioambiental, es social, político, económico y global, afecta en diversas dimensiones de la vida humana, y tiene costos irreversibles en muchos casos, cuando las autoridades anteponen intereses particulares, por sobre el bienestar de la población, no sólo humana, sino también animal, vegetal, natural.
Quizás algo que no mencionan los autores, es que no existen instancias institucionales para que las personas expresen, informen y puedan denunciar la irresponsabilidad medioambiental de privados o el Estado. Eso, también puede ser un foco de futura violencia.
Si quieren debatir de Filosofía Política Pura:

Capital Social, costos de transacción e Innovación*

Resumen:
El desarrollo de un país requiere una institucionalidad[1] que permita el surgimiento de organizaciones (organismos) de alta calidad que lo sustenten, generando mayores incentivos para el desarrollo de conocimiento e innovación, que permitan proyectarlo en el tiempo y el espacio social.
Lo anterior, porque es claro que “las instituciones afectan el desempeño de la economía debido a su efecto sobre los costos del cambio en la producción” (North, 1995:16).
Sin embargo, todo lo anterior requiere de individuos capaces de aprovechar dicho marco institucional, para generar mayores y crecientes innovaciones, ya sean éstas productivas, tecnológicas o científicas, cuando así se requiera y sea oportuno a favor del desarrollo.
El capital social –como un factor esencial en este sentido- puede ser un estímulo clave para dicho proceso, pero si es mal utilizado, mal valorado o distribuido, puede convertirse en una traba que eleve los costos de transacción en torno a los incentivos a la inversión en conocimiento e innovación.
Esto se puede ver con mayor frecuencia en sociedades donde el perfeccionamiento del capital social o humano, en muchos casos, no se produce a la par del capital físico o material, inhibiendo el desarrollo productivo, innovación y conocimiento.

[1] Institucionalidad, entendida como el marco de limitaciones formales e informales, las reglas del juego en una sociedad determinada, que establecen una estructura de incentivos en el intercambio y definen el conjunto de elecciones para los individuos dentro de éste.
-¿Es el capital social una institución que incentiva la inversión en conocimiento e innovación o más bien eleva los costos de transacción en torno a éstas?

-¿Cuál es el rol del capital social como incentivo o desincentivo en el impulso a la innovación y la eficiencia en los países en desarrollo?

-¿Cómo darle un buen uso al desarrollo del capital social en pro de una mayor eficiencia adaptativa?

Bibliografía
- North, D. (1995) Instituciones, Cambio Institucional y Desempeño Económico. Fondo de Cultura Económica, México.

- P, Frijters, D. J. Bezemer y U. Dulleck (2003) Contacts, Social Capital and Market Institutions – A Theory of Development. Working Papers, Departament of Economics. University of Vienna.
[En línea]. Disponible en:
http://econpapers.repec.org/paper/qutpfrijt/2005-1.htm
[2007, 5 octubre].

- J. Fagerberg (2003) Innovation: A Guide to the Literature. Centre for Technology, Innovation and Culture, University of Oslo. [En línea]. Disponible en: http://www.econ.uniurb.it/siepi/dec03/papers/fageberg.pdf [2007, 5 octubre].

*Proyecto de Tesis de Doctorado, presentado para beca Fulbright-Conicyt de Igualdad de Oportunidades, que al parecer no me gané por qué, nadie lo sabe.

Falta la parte central con mis ideas claves, las cuales me reservo no publicar.

jueves, diciembre 06, 2007

La Política sigue siendo de las elites

Los últimos acontecimientos políticos, como la pugna de poder entre Zaldívar y la mesa directiva de la DC, la abrupta salida de Carlos Cantero de RN por desavenencias ideológicas, y la reciente renuncia de Lagos Weber de la vocería del Gobierno y su reemplazo por Francisco Vidal, sólo dejan un hecho plausible y manifiesto, la Política sigue siendo un nicho acaparado y definido por las elites.
Algunos dirán que es lógico, e incluso natural, que las elites ocupen todos los nichos del espacio político y que sean ellas las que definan qué es importante en la Política, para finalmente acaparar la toma de decisiones, desde la cúpula hacia abajo.
El problema surge cuando las pugnas entre los miembros de esas elites -surgidas por el agotamiento de ciertos bienes- se desprenden hacia las bases como si fueran los hechos claves de todo lo político, convirtiéndose en el centro y base constitutiva de la Política en general.
Debe quedar claro que las elites tiene dos formas de mantener el poder (exceptuando el uso de la fuerza):
1) Cuando la elite agota los bienes a repartir entre sus miembros, comienzan las pugnas en su interior, pero siempre atrayendo a las bases, como si aquellas luchas fueran sus luchas.
2) Cuando la elite no quiere agotar los bienes a repartir, los convierte en bienes transferibles, pero sólo entre su propio capital humano.
Así, la pugna entre Zaldívar y Alvear, en ningún caso corresponde a una pugna en torno al Transantiago, el Modelo Político-Económico, o los más desvalidos, sino que es esencialmente una lucha por el poder al interior del Partido, entre dos elites que se han vuelto irremediablemente antagonistas con el paso del tiempo.
Incluso, podríamos decir que es el antagonismo entre Zaldívar y Alvear -surgido desde sus propias subjetividades personales y no políticas- el que se ha expandido como si fuera una pugna política a todo el partido, incluyendo a las bases, que se han alineado entre ambos egos.
En el caso de Carlos Cantero ocurre lo mismo, aunque de forma menos publicitada, su salida de RN, también tiene relación pugnas internas entre las elites de dicho partido, que guardan relación con diversas formas de articular el ejercicio del poder y la distribución de bienes políticos en su interior.
Por lo mismo, el senador declaraba "la convivencia interna se ha deteriorado a niveles que la constituyen un desagrado, además de observar un marcado relativismo ético en la forma como se gestiona la política en cierta dirigencia de RN"(El Mercurio on line, Viernes 23 de Noviembre de 2007).
En ambos casos, pero sobre todo en el de la DC, las guerras intestinas entre las elites, traducidas en personalismos, se expanden y publicitan hacia las bases, pero camufladas bajo conceptos volátiles, que esconden las verdaderas razones de las pugnas, mantener el poder en la cúpula, mantener el control de la elite y con eso, el de todas las bases.
En este sentido, la política a nivel de partidos, sigue estando dominada por los intereses de las cúpulas, sus elites dominantes y sus luchas de intereses. Las bases quedan relegadas a funciones utilitarias -mantener el poder de las elites- y en ningún caso, están consideradas para hacerse parte de éstas, ni tampoco son las llamadas a resolver dichas pugnas.
Al parecer, esa misma lógica de comportamiento de las elites, parece aplicarse en cuanto al retorno de Francisco Vidal a la vocería de Gobierno, en reemplazo de Lagos Weber.
Su designación -o redesignación- termina por demostrar y confirmar que "los rostros nuevos" en la elite política dominante: o jamás existieron, no existen -no hay nuevos miembros en la elite hegemónica- o simplemente aquellos que podrían ser rostros nuevos, no son considerados en la alta política.
Así, mediante esa lógica, la Política sigue siendo manejada, definida y constituida por las elites, como históricamente ha ocurrido.
El problema es que incluso las bases más ingenuas creen que esa es la democracia.

jueves, noviembre 29, 2007

Zaldívar, la DC y el dilema del prisionero

En la Democracia Cristiana, por segunda vez se ha presentado la petición de expulsar definitivamente de dicho partido a Adolfo Zaldívar. La Directiva se ha mostrado cautelosa, a pesar de las duras y desafiantes respuestas que ha dado el senador. Claramente están en una situación no-cooperativa, en el dilema del prisionero.
La respuesta del senador Zaldívar en cuanto a la segunda solicitud de expulsión en su contra, presentada por la dirigencia democratacristiana, dirigida por la senadora Soledad Alvear, es un una clara prueba de fuerzas al interior del partido entre dos bloques opositores.
En este sentido, tanto Alvear (y toda la dirigencia) como Zaldívar, tienen dos posibilidades de actuar en torno a la continuidad de éste último en la DC: Cooperar uno con otro (retirándose la solicitud de expulsión, y no expulsando a Zaldívar y así dar por saldada la crisis); o no cooperar (Expulsar a Zaldívar a través del Tribunal Constitucional).
Si se retira la solicitud, y no se expulsa a Zaldívar, los costos serán relativamente menores en comparación a la expulsión. La DC y la actual dirigencia se podrán mostrar como un partido flexible e internamente democrático, capaz de resolver las pugnas internas, sin llegar a tener que recurrir al TC, ni propiciando rupturas o expulsiones. Zaldívar por otro lado, se mostrará como un elemento de alta influencia en el partido, y podría perfilarse nuevamente para alcanzar la dirigencia DC.
Si se mantiene la solicitud, y se expulsa a Zaldívar, los costos para éste son claramente elevados, debido a lo difícil que se hace desarrollar nuevos referentes políticos, sin que exista la posibilidad de cooptación o agonía política.
Por otro lado, Alvear podría salir fortalecida, pero es probable que las críticas internas desde otras facciones, y por parte de la oposición aumenten, y se centren en los aspectos democráticos de su dirigencia en cuanto a los miembros DC, y también en cuanto a las políticas del gobierno y el desempeño de los parlamentarios.

¿Quién traiciona a quién?
Si la solicitud de expulsión se mantiene y Zaldívar no es expulsado, esto implicará la derrota política interna de Alvear, que la dejaría débil en cuanto a una eventual candidatura presidencial, tanto al interior de la DC, como a nivel de la Concertación.
En ese escenario, y al estar en medio de una situación claramente no cooperativa, existirán constantes incentivos para romper el pacto entre Alvear y Zaldívar y por lo tanto, es probable que las pugnas se agudicen aún más.
En el caso de Zaldívar y Alvear, es probable que la competencia personalista conduzca a un escenarios no cooperativo, con resultados inferiores (en cuanto a beneficios personales y políticos) a uno cooperativo.

martes, noviembre 27, 2007

Juan Carlos y Hugo: Ni Reyes ni tiranos

La polémica entre Juan Carlos y Hugo, uno rey y el otro presidente, y las diversas reacciones y opiniones que surgieron posteriormente, han dejado de manifiesto varias cosas: Nadie entiende la frase "ni reyes ni tiranos", y muchos de los que se proclaman contra el absolutismo, son capaces de justificar uno para defenderse de otro.
En torno al "¿Por qué no te callas?" surgieron dos posiciones claramente identificables y contrapuestas en cuanto a los actores involucrados, pero ambas marcadas por una clara mentalidad de sometimiento y valoración inconsciente al absolutismo, ya sea como plebe o como prole, según sea el caso.
La actitud de plebe sometida, fue la de aquellos que defendieron la actitud de Juan Carlos, no sólo demostrando su aprecio con respecto a la persona del "rey", sino también, aunque sin darse cuenta, su extrema valoración y disposición con respecto a la monarquía como régimen político y de gobierno.
La postura de prole sometida, fue la respuesta de aquellos que defendieron la posición de Chávez, y el llamado proyecto Bolivariano, pero sin considerar ningún aspecto que potencialmente lo podría estar convirtiendo en un tirano, ahora o más adelante en Venezuela.
Ambas posiciones terminan por justificar, de un lado u otro, el absolutismo; ya sea el monárquico, con el propósito de hacer frente al potencial absolutismo del proyecto Boliviariano -claramente antimonárquico- y el unipartidario, para criticar las estructuras de privilegios que, de alguna u otra forma representa y simboliza cualquier monarquía, y que se despliegan en forma de oligarquías en nuestro continente.
Lo paradójico es que muchos de aquellos que constantemente enarbolan el discurso de la libertad y la democracia republicana para criticar el absolutismo chavista, llegaron a manifestar que Juan Carlos seguía siendo el monarca para Latinoamérica (algunos llamándolo el rey espiritual), o que su frase era reflejo de su necesaria presencia para poner "orden" en nuestro continente, ante el "desorden" actual que significarían los gobiernos "plebeyos" y bolivarianos de Chávez, Morales y otros. Sólo faltó que hablaran de desorden en las colonias.
Esta posición, surgida desde lo que podríamos considerar la plebe "criolla", en términos monárquicos, (incluso aquella que podría ser más antimonárquica si nos basáramos en los parámetros de la Revolución Francesa) tiene claros tintes antilibertarios, cargados de racismo y clasismo, heredados de los tiempos coloniales.
Racista y clasista, porque según esta posición, Juan Carlos, por el hecho de provenir de la vieja Europa, de una familia monárquica y de fenotipo caucásico, tendría más legitimidad política y diplomática, para ejercer el poder y también ejercer el derecho de romper el protocolo frente a cualquier otro mandatario.
Lo anterior, se justificaría más aún según esta visión, en el caso de Hugo Chávez, que sería solamente un venezolano (un zudaca para los ibéricos que son racistas), piel morena, de origen popular, que además osó acusar de actitudes imperialistas a algunas de las principales autoridades de la "vieja madre patria", incluido -aunque no directamente- el rey.
En este sentido, viejos resabios de la oligarquía realista y anti-independentista (para mantener sus privilegios coloniales), que después de la emancipación rápidamente se hizo parte del poder político y económico republicano, afloraron con fuerza después del altercado en la Cumbre, no sólo entre algunos miembros de las elites chilenas, sino que entre aquella burguesía de clase media, en muchos casos, con más tendencia a los absolutismos.
Antilibertarios, porque lo claro es que la sobreexaltación de la figura, estirpe y origen del monarca español, e incluso de su necesaria influencia en Latinoamérica, por parte de algunos, tenía un único propósito; tener mayores argumentos discursivos contra Chávez y su proyecto bolivariano.
Sin embargo, lo único que han demostrado es que a muchos, poco les importa realmente el absolutismo como contraposición y peligro para la libertad de las personas, pero sí les importa quién lo ejerce, en cuanto al riesgo de mantener y proteger sus privilegios e intereses personales o de clase.
Es decir, les da lo mismo que exista absolutismo, siempre y cuando quien lo ejerza proteja los privilegios ya existentes. Cuando el riesgo de que arribe un absolutismo significa riesgo para dichos intereses, entonces se hace necesario contraponerlo con otro, sea cual sea.
Así, los que defendieron la orden de silencio de Juan Carlos, para atacar a quien consideran tirano, terminaron por lanzarse como súbditos ignorantes a los pies de figura del monarca, tal como lo hicieron los grupos anti-independencia en toda América siglos antes.
Terminaron por exaltar otro símbolo del absolutismo, más fastuoso y elegante, pero absolutismo al fin y al cabo.
Terminaron por olvidar la frase que decía: Ni reyes ni tiranos.

miércoles, noviembre 14, 2007

Andrés Navarro, el mecenas ofendido de Lagos

La interpelación, hecha por Andrés Navarro, al ex presidente, Ricardo Lagos, donde le recordaba el haber aportado económicamente a su campaña, vuelve al tapete la necesidad de transparentar el financiamiento de las campañas políticas, para evitar la confusión de intereses.
En nuestro país no existe transparencia en el financiamiento de las campañas políticas, por lo que no se sabe quienes entregan dinero, en cuánta cantidad y tampoco se sabe quienes lo reciben y en qué lo usan.
La interpelación hecha por Andrés Navarro a Lagos, demuestra que existe una alta posibilidad de que esta falta de transparencia, termine por anteponer intereses particulares por sobre el Bien Común.
Lo central sin embargo, es que los votantes comunes y corrientes, aquellos que carecen del poder y dinero suficientes, se encuentran en una clara desventaja en varios sentidos:
-En primer lugar, en cuanto a la elección misma, pues el nivel de información, entre el elector común y el financista, es profundamente asimétrico, lo que implica que los últimos tendrán más posibilidades de elegir un candidato acorde a sus intereses en comparación a los primeros, que sólo estarían eligiendo en base a la buena fe.
-Segundo, como financistas y candidatos manejan mayor información mutua y de relevancia, en comparación al elector común, la representatividad de los últimos en cuanto a sus intereses será más débil que la de los primeros, lo que claramente es profundamente antidemocrático.
-Tercero, y quizás lo más grave es que las asimetrías de información y capital, terminan por favorecer a quienes más dinero puedan donar, entregándoles la posibilidad de ejercer mayor presión sobre los candidatos una vez electos, en favor de sus intereses particulares y personales, en desmedro del interés común y colectivo. Es decir, se constituye una Plutocracia.
En definitiva, el mecenas político adquiere la posibilidad de presión previa y posterior con respecto a un candidato, es decir en su condición de candidato y de funcionario público, lo que genera mayores probabilidades de corrupción, clientelismo, concesiones poco transparentes, pagos irregulares y nepotismo.
Por lo mismo, se hace necesario limitar el nivel de gasto electoral y transparentar el financiamiento de las campañas, dando a conocer públicamente quienes son los financistas, a quienes entregan dinero, en qué cantidades y con qué fines.
Sólo así podremos saber si nuestros políticos y candidatos electos, legislan y actúan en base a principios, ya sea éticos o legales, y no en base a la cantidad de dinero que quieren asegurar para la próxima reelección o para sus bolsillos, defendiendo los intereses de sus mecenas.

martes, noviembre 13, 2007

América Latina, Mercado y Estado

Actualmente en Latinoamérica, la matriz Neoliberal -originada a partir del desmantelamiento del modelo Estatal/Popular- se encuentra ante una revaloración de este último, debido a las demandas sociales, políticas y económicas que no ha logrado resolver del todo.
El proceso de transformación del Estado, iniciado por el paso desde una matriz estatal/popular -característica a mediados de los 50´ del siglo pasado- a una neoliberal, a través de las políticas de liberalización y desmantelamiento iniciados en los 7º´, implicó que la política pierda su lugar privilegiado como eje fundamental de la sociedad.
El Estado dejó de ser el centro constitutivo de lo social, en base al principio que planteaba que sería el modelo económico -y no la actividad política ejecutada a través del Estado- el que en definitiva resolvería las demandas sociales, políticas o económicas, no resueltas por la antigua matriz estatal-popular.
En otras palabras, la nueva matriz centraba en el tipo de modelo económico, el Mercado, -sin importar el tipo de modelo político- su eje para la resolución de los problemas sociales.
En este sentido, el Estado sólo debía ser el garante de la implantación del nuevo modelo económico y no un actor importante en la resolución de dichas demandas a través de sus políticas públicas.
Por lo tanto, ya no se esperaba del Estado mismo ni de los partidos políticos, sino del Mercado como modelo en sentido global, la resolución de los problemas sociales como la pobreza.
Sin embargo, lo que en principio buscaba romper la relación de dependencia entre los ciudadanos, los partidos y el Estado, para resolver dichos problemas, en muchos casos terminó por generar profundos problemas de representación política y desigualdad económica.
Esto ha incentivado en el último tiempo crecientes demandas por redistribuir el poder económico, político y social en Latinoamérica, debido a los problemas sociales que aún aquejan a millones en el continente, lo que se traduce en la incapacidad de resolverlos, por parte de la matriz imperante.
Esto incide en el surgimiento de una revaloración por parte de algunos actores, de la antigua matriz estatal-popular, a través de la cual plantean reasignar al Estado el rol como centro de lo político y social, para el desarrollo de reformas para la resolución de las demandas sociales.
En muchos casos, se plantea incluso una reversión total del modelo económico, y por lo tanto, de todo el eje social, constituido a partir de la nueva matriz socio-política, lo que genera asperezas entre quienes buscan mantenerlo y quienes propugnan cambios, ya sea profundos o superficiales.
Se produce la pugna entre la política -materializada en la institución del Estado- y la economía -materializada en el Mercado- en cuanto a la preponderancia e importancia para resolver los problemas sociales no resueltos.
Es probable que esta revaloración continué su expansión mientras las demandas políticas, económicas y sociales no sean del todo resueltas.
El dilema de todo esto es cómo generar una conjunción entre el papel del Estado como eje social, y un modelo de Mercado que genere equidad distributiva, dentro de un marco donde se respeten las libertades y derechos individuales, sin caer en la cooptación, el clientelismo, la corrupción y el anquilosamiento político o económico.

viernes, noviembre 09, 2007

Justicia como Equidad o Cohesión Social ¿Qué va primero?

La XVII Cumbre Iberoamericana de Naciones, tiene como principal desafío el compatibilizar crecimiento económico, con mejores democracias y mayor equidad social. Sólo así se podría alcanzar una verdadera Cohesión Social.
Actualmente, en muchos sentidos América Latina carece de cohesión social; a nivel de acceso a bienes básicos, educación, atención médica, o participación política es claramente escasa, incluso a nivel de barrios, la segregación es notoria.
El lema de la actual Cumbre, donde se congregan diecinueve Estados de América Latina, además de España, Portugal y Andorra, es la Cohesión Social. En este sentido, la pregunta clave es:
¿La entienden de la misma forma todos los asistentes a la Cumbre?
La respuesta es no, pues parecen existir dos usos en pugna constante acerca de lo que implica la Cohesión Social, basados en la constatación del consenso y el conflicto en la sociedad.
En el primer uso, la cohesión social se traduce en una visión que prioriza ciertas libertades -no todas- y se centra en el desarrollo económico, descuidando gravemente otras fuentes importantes para la libertad y el desarrollo de una nación.
Lo anterior se traduce en rigidez institucional y social, donde se termina por mantener las condiciones actuales, desiguales y poco inclusivas, dentro de marcos legales, económicos, políticos y estatales, supuestamente legítimos y naturalizados, sin propiciar cambios beneficiosos ni profundos a nivel social.
En este sentido, discursivamente se hace constante omisión del conflicto social que genera el problema de la desigualdad, sin afrontarlo ni corregirlo, ya sea para mantener las estructuras económicas, los privilegios o simplemente para mantener en el poder político.
La Cohesión Social se traduce entonces en una esquizofrenia del consenso-conflicto, puesto que cualquier intento por reformar algún aspecto de lo social, económico o político que genera roces, es considerado conflictivo y riesgoso para el Estado de Derecho, la Libertad, el desarrollo económico, para el consenso social que en realidad no es tal.
Este primer uso, valora la estructura de una sociedad estratificada, donde ciertas elites controlan y dirigen todas las esferas del poder, las cuales hegemonizan, mientras el resto de la sociedad queda dispuesto a sus decisiones, mediante un falso consenso electoral.
El segundo uso tiene relación con la pretensión -en muchos casos radical- de ampliar las esferas del poder político, económico y social, por ciertos sectores de la sociedad, originado por la mala distribución de la riqueza, la desigualdad social, económica y política.
En este sentido, siempre está relacionado al primero, puesto que surge como respuesta ante el anquilosamiento y la falta de instancias de diálogo y acuerdos entre los diversos actores sociales, debido a la poca inclusión política y social.
Por lo mismo, la Cohesión Social también se hace parte de la esquizofrenia del consenso, puesto que éste segundo uso, pasa a convertirse en un discurso debilitado por las elites dominantes, lo que genera una radicalización del mismo.
En muchos casos este discurso, puede agudizar o desencadenar el conflicto social de forma aguda, lo que en definitiva termina por hacer imposible la cohesión, pues terminan por agotarse los incentivos para su desarrollo, por parte de los actores que pueden generarlo.
Ambos discursos conviven en una misma situación social de consenso-conflicto, haciendo que la verdadera Cohesión Social no se desarrolle.
Justicia Distributiva
Podemos decir entonces, que la Cohesión Social no debe ser entendida como una sociedad estratificada, ni tampoco como una sociedad militarizada, sino más bien como una donde las diferencias sociales y económicas entre los sujetos sean bajas, pues existen oportunidades y accesos iguales para toda la población. En definitiva, una sociedad equitativa y desarrollada.
Lo anterior no implica que, como algunos ignaros mal entienden, todos deban ganar el mismo dinero o perder su propiedad, sino más bien que se desarrollen prácticas, instituciones e instancias donde se ejerza la cohesión social, en un marco cooperativo, solidario y también competitivo.
La Cohesión Social entonces, requiere el desarrollo de la Justicia, entendida como equidad, siguiendo a John Rawls. Es decir, se hace posible sólo en un escenario equitativo y sin desigualdades sociales, económicas y políticas profundas.
Lo anterior, porque las fuentes de conflicto social, han sido disminuidas o abolidas, dentro de un sistema donde, tanto la libertad como la igualdad de los sujetos, están garantizadas.

miércoles, noviembre 07, 2007

Pastilla del día después: Libertad de conciencia para no venderla, pero sí para fabricarla

En las últimas semanas se ha hablado a destajo de la “libertad de conciencia” para plantear que el Gobierno chileno estaría en contra de ésta, al obligar a las farmacias a tener en su stock de productos, la llamada Píldora del día después. Lo contradictorio es que ninguno de los que cuestiona la medida, critica a los laboratorios por fabricarla.
Cuando el Ministerio de Salud amenazó con sancionar a las farmacias que se negasen a vender la Píldora del día después- por estar dentro del Formulario Nacional de Medicamentos- lo primero que algunos hicieron para criticar la medida, fue hacer mofa de la tremenda sintonía, que dijo tener la Presidenta Bachelet, con el Papa luego de su visita al Vaticano.
Incluso algunos, que antes pedían aplicar el máximo rigor de la ley, acusaron de dictatorial la medida por su carácter de obligatoria.
El principal argumento, utilizado a destajo por quienes criticaron la orden del Ministerio de Salud, ha sido hablar de la libertad de conciencia, a la que tendrían derecho las farmacias –aún cuando éstas en realidad no la tienen por ser personalidades jurídicas y no naturales-.
El argumento parece ser eficaz pero es profundamente contradictorio en varios puntos:
Primero, es extraño que los dueños de las farmacias, sí tengan las píldoras guardadas en sus bodegas, aún cuando no tenían pensado venderlas por un tema de “conciencia”. Sería como tener droga guardada para venderla, aunque en realidad no quiera.
Segundo, muchos han confundido la libertad de conciencia con la de empresa, aunque en ningún caso se ha pasado a llevar la segunda, puesto que no se obliga a vender, sino que a tener en el stock de productos disponibles. No se obliga ni a promocionar, ni a ofrecer, sólo a tenerla disponible para quien la solicite.
Tercero, se ha dicho que la orden no tienen respaldo legal, y que exigir un stock de productos, no tiene valor, lo que estaría dejando al arbitrio del Estado y no del público qué se vende y qué no.
Este argumento, es de doble filo, puesto que si se le resta importancia a la normativa emanada de la autoridad, entonces se abre la posibilidad de que arbitrariamente en el futuro, las farmacias se nieguen por diversas motivaciones ideológicas o económicas, a vender otros medicamentos, poniendo en riesgo la vida de las personas.
Cuarto, los espontáneos defensores de la libertad de conciencia, en ningún caso han cuestionado a los laboratorios y farmacéuticas que fabrican el producto, que –bajo un razonamiento lógico- serían los principales culpables por hacer que exista la Píldora.
Sin embargo, hacerlo demostraría que en muchos casos, son los privados, y no el Estado, los culpables de ciertos males, lo que haría estragos en su discurso anti-Estado, intervención y regulación.
Más débil se vuelve el argumento -sobre todo para criticar la tremenda sintonía de Bachelet con el Papa- si se considera que el 29 de octubre el mismo Pontífice se reunió con los químicos farmacéuticos del mundo, para defender la libertad de conciencia.
Lo contradictorio es que es muy probable que estuvieran representantes de los grandes laboratorios, que en ningún caso han suspendido la producción de la Píldora para luego comercializarla, aún después de haber estado en el Vaticano.
Tremenda sintonía entre las farmacéuticas y el Papa.

lunes, noviembre 05, 2007

La confianza en la Medicina agoniza

Actualmente, la actividad médica ya no concibe al enfermo como paciente, sino como consumidor, haciendo que las bases filosóficas y éticas en que se sustentaba la Medicina, como la confianza, la filantropía y el compromiso ético, estén perdiendo fuerza.
Antiguamente, la relación entre paciente y médico se basaba en la confianza que depositaba el primero con respecto al segundo, en cuanto a su propia vida. Es decir, la Medicina surgió como un acto de buena fe entre los seres humanos, donde lo que se transaba en términos simbólicos, era el bien más preciado que tiene un ser, la vida.
Esa transacción no significaba la perdida de la existencia por parte del enfermo, sino su retorno y recuperación, a través de la ayuda del sanador, curandero o médico.
El enfermo entonces, bajo absoluta confianza como receptor de la atención médica, se volvía un sujeto pasivo con respecto a su propia salud y vida, delegándole a otro sujeto activo la tarea de mejorarla y preservarla.
En ningún caso este proceso estaba mediado por transacciones monetarias específicas, sino más bien simbólicas como el prestigio, la buena fe, cuyo fin esencial era la sobrevivencia.
Vida sin cheque en garantía
El paso desde la concepción de pacientes a clientes, plantea una ruptura en la base fundante de dicha relación entre médicos y personas, al desvanecer la idea de compromiso permanente, desinteresado y focalizado en un único fin -preservar la vida- por parte de los primeros, y un vacío en cuanto al valor del sujeto mismo como receptor de la Medicina.
Lo esencial, es que el nuevo consumidor de salud, queda en un limbo entre su antiguo epíteto de paciente y su nueva condición de cliente, debido a que se mantienen las estructuras simbólicas y discursivas de la relación entre paciente-médico, pero dentro de un marco institucional donde la base de dicho nexo no es la vida en sí, sino la transacción de un bien material o monetario.
La relación médico-paciente, originalmente basado en la buena fe y la primordial mantención de la vida, se convierte en un nexo contractual definido esencialmente por la capacidad de pago del paciente.
El médico entonces ejerce su ética y responsabilidad, no en base a la vida de sus pacientes, sino más bien en base al pago que éstos generan para recibir atención médica.
En el ámbito de las consultas particulares, ésta noción se exacerba, generando vacíos en cuanto a los derechos a los que debe acceder todo paciente, como consumidor, y los deberes del médico con éstos, desde el respeto y buen trato hasta una atención ética por parte de los facultativos y su equipo en general.
En este sentido, el paciente, aunque ahora es considerado un consumidor, en la práctica carece de los instrumentos legales, institucionales y discursivos para ejercer tal condición.
En otras palabras, en cuanto a sus derechos, el paciente es aún considerado un sujeto pasivo, impedido de ejercerlos y reclamarlos.
Esa es la contradicción del discurso médico imperante.

jueves, noviembre 01, 2007

Política, Presidentas y Discurso de Poder

Más allá de las evaluaciones y consideraciones que existan en torno a sus liderazgos y gobiernos, la existencia de mujeres presidentas en Latinoamérica, indica que el discurso del poder, esencialmente masculino, está en transformación.
Primero fue Michelle Bachelet, y ahora Cristina Fernández. La elección de la última como presidenta de la República Argentina, demuestra que las bases constitutivas del discurso del poder están cambiando en todo el continente.
A diferencia de lo que algunos piensan, la elección de la señora K, como presidenta dista mucho de la situación de Evita Perón. Esto, porque la segunda, desenvolvió su cargo en una época donde ejercían supremacía total los parámetros discursivos de poder de orden masculino.
Cristina Fernández, al igual que Bachelet, también opera bajo dichos parámetros, aunque ahora éstos son atravesados por diversos discursos que plantean una desestructuración de sus bases constitutivas como eje del actuar político.
Lo anterior no implica que algunos aún conciban la Política como una actividad de exclusividad para los hombres, sino más bien, que la Política se vuelve volátil como significante, en cuanto a cuáles son las formas en que se lleva a cabo, y quienes son sus legítimos sujetos de acción.
En otras palabras, se produce la pugna por definir del discurso Político en cuanto al poder en base al género.
En este sentido, como hablamos de un discurso que se vuelve relativamente volátil, no podemos referirnos en términos absolutos a las posiciones que juegan los actores en torno a éste, menos aún basándonos en su género.
Así, en muchos casos veremos que las mujeres ejercen con mayor fuerza una actitud definida como "machista", tratando de llevar la política a sus parámetros tradicionales. En otros, veremos que los hombres, visualizan cómo algo positivo potenciar el balance de género en cuanto a definir los nuevos parámetros en que se actúa en Política.
La actividad política puede verse fortalecida o debilitada por esta transformación discursiva; y eso dependerá de la capacidad de los actores de visualizar los dividendos que la misma discusión genera y de la forma en que se constituirá finalmente el nuevo discurso del poder.
El cómo se constituya dicho aparataje discursivo definirá finalmente a los sujetos y prácticas de la futura Política. Lo único claro es que ese resultado se apreciará en varias generaciones más.

viernes, octubre 26, 2007

Diálogo Laboral: ¿Quiénes lo distorsionan?

La discusión en torno al llamado Diálogo Laboral, con que se pretende mejorar las condiciones de negociación de los trabajadores con sus empleadores, mediante el fortalecimiento de los sindicatos, ha demostrado que el problema está en que los actores involucrados no saben negociar y producen mucho ruido en términos comunicacionales.
Es claro que sólo un mínimo de los trabajadores en Chile está sindicalizado o está en sindicatos débiles o atomizados dentro de una misma empresa, porque está tiene un centenar de razones sociales que impiden a éstos exigir sus derechos. En la mayoría de los casos, se les despide por intentar organizarse.
El Diálogo Laboral pretende cambiar este tipo de prácticas –poco éticas, de claro tinte abusivo y explotador, además de subdesarrollado – mediante la disminución de las asimetrías y distorsiones, entre trabajadores y empleadores en cuanto a la negociación colectiva interempresas. Para esto es clave, fortalecer los sindicatos existentes, y más importante aún, permitir a los trabajadores, sindicalizarse.
Sin embargo, la respuesta inmediata de un sector del empresariado, no fue a favor del diálogo, sino a plantear una oposición rotunda ante la iniciativa, diciendo que “en Chile puede ser muy nefasta”[1] y calificando el actuar del ministro del Trabajo, Osvaldo Andrade como “acciones laborales de fuerza”[2].
Por lo mismo, y tras darse a conocer las actas de la Sociedad de Fomento Fabril (SOFOFA), el gobierno ordenó a Andrade restringir el proyecto de negociación colectiva, que incluía la negociación colectiva y la eliminación del reemplazo en caso de huelga.
Consecuente a su postura contraria a cualquier tipo de diálogo, la misma Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), en cuanto a las modificaciones a la ley laboral que propone el multidisciplinario Consejo asesor para la equidad, las calificó de "inadecuadas e inconvenientes"[3].
Sin embargo, durante la cena de la Sociedad de Fomento Fabril, el mismo Alfredo Ovalle, aseguró que algunos empresarios "muy pocos son malos", en alusión al discurso con respecto al Diálogo Laboral, hecho por la Presidenta Michelle Bachelet durante el mismo evento, donde se planteaba el rol de los empresarios en cuanto a mejorar las condiciones laborales y de negociación de los trabajadores.
Pero ésto genera una dualidad en torno al tema del Diálogo, que claramente produce ruido -hablando en términos comunicacionales- entre los actores involucrados. Por un lado se crítica la Política Pública y el debate, ejerciendo la discrecionalidad en torno a éste; y por otro se asume una posición de autovaloración en cuanto al rol que se cumple, pero sin hacerlo efectivo.
Considerando lo anterior, es claro que cuando el ministro del Trabajo, Osvaldo Andrade, ha indicado que existe contradicción en el discurso del gran empresariado[4] ante las propuestas del Gobierno de mejorar el diálogo laboral, está señalando que éste en la praxis no es claro, pues han dado a entender que no pretenden escuchar a los trabajadores, menos negociar con ellos.
Contradictorio discurso, porque son ellos quienes constantemente enarbolan el discurso del Estado de Derecho, la legalidad y la institucionalidad, cuando de otras cuestiones se trata, pero pretenden dejar a criterio personal el respeto de los derechos de los trabajadores y no a criterios legales.
El mismo criterio se aplicó cuando se habló de sueldo ético, al decir que era un tema de conciencia y no de legalidad, como si todos los empleadores respetaran los derechos de sus trabajadores.
Incluso, los medianos y pequeños empresarios son constantemente víctimas de esa visión, que genera abuso y el no cumplimiento de acuerdos, y peor aún, ineficiencia económica.
Lo peor, es que la clave del tema, establecer nexos comunicativos, se rompe, debido al excesivo ruido que generan estas actitudes, que demuestran un falta de criterio cuando se trata de negociar.

[1] Alfredo Ovalle, presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC).
[2] Fernando Léniz. La Tercera, 30 de septiembre 2007
[3] La Tercera, 2-10-2007.
[4] El pequeño y mediano no se sienten representados por éstos.
[5] Pedro Corona, presidente de la Cámara Nacional de Comercio.

miércoles, octubre 17, 2007

Oposición cooperativa v/s oposición desestabilizadora

El Bacheletismo Aliancista acuñado por el ex candidato presidencial, Joaquín Lavín, plantea un dilema en cuanto a cómo realizar la política; entre ejercer una oposición cooperativa o una desestabilizadora, con respecto al gobierno de turno.
Lo más novedoso de esta distinción (división), es que surge en el seno de la Derecha chilena, marcada históricamente desde la independencia, por un hacer político -en cuanto oposición- sumamente duro, desestabilizador, poco cooperativo y carente de proyectos país. Lo que podemos llamar la oposición desestabilizadora.
La Tesis del desalojo, enarbolada por Andrés Allamand, se circunscribía perfectamente en esa forma de ejercer oposición, centrándose esencialmente en las fallas del gobierno -muchas de ellas ciertas y graves- pero sin proponer nada diametralmente distinto en términos Políticos (con mayúscula refiriéndome a la Real Politik).
Esa estrategia del continuismo, se ve reflejada en el discurso de la "alternancia", que no es más que la pretensión de reemplazar a los actores que administran el Estado y detentan el poder, pero que en ningún caso plantea resolver demandas sociales como la mala distribución de la riqueza.
El máximo objetivo -y marco de acción de esta política- es lograr la desestabilización del gobierno mediante la deslegitimación del sector gobernante con respecto a la ciudadanía en general.

Quijotadas
El Bacheletismo-Aliancista o el Aliancismo-bacheletista, rompe con esa lógica de oposición desestabilizadora y plantea -ambiciosamente- transformarla en una de carácter cooperativo, al modo de países europeos como Francia, Alemania, aunque es probable que el foco esté centrado en el modelo estadounidense de hacer política, entre republicanos y demócratas. Quizás esa es la pretensión de Lavín.
En este sentido, una oposición cooperativa, a diferencia de la desestabilizadora, debe plantear un proyecto país, con cambios o reformas profundas, más allá de la sola transferencia del poder, y por lo tanto, extenderse más allá de los gobiernos de turno y las elites políticas que controlan el Estado en un momento determinado.
Por lo tanto, esta cooperación no debe ser similar al Consenso entendido en Chile (haciendo vista gorda a contradicciones como la desigualdad social, la precariedad del trabajo, entre otras), sino más bien acordando enfrentar esos problemas en conjunto, pero teniendo presente que son reales, profundos e imperiosos de resolver.
En este sentido, el Bacheletismo-aliancista, parece tener más concordancia con el Pacto Social que propuso la Presidenta Bachelet, que con la lógica de oposición que ha tenido la Derecha en el último tiempo.
Tal pretensión puede tener altos costos para el ex candidato -quedar absolutamente solo-, considerando la rigidez ideológica de su partido (UDI) y lo poco conveniente que es está posición para RN en estos momentos (sólo en estos momentos) cuando la lógica de la oposición desestabilizadora se hace útil.
Sólo en estos momentos, porque cuando el gobierno de turno está bien, entonces la oposición se vuelve parasitaria, se quiere ser del gobierno, aunque no se esté de acuerdo con éste.
Sería bueno recordar que Piñera se mostró, en algún momento, incluso dispuesto a establecer relaciones de gobernanza con Soledad Alvear, en plena campaña electoral.
Quizás sería mejor recordarle a Piñera sus asados con Michelle Bachelet en el lago Caburga.

martes, octubre 16, 2007

¿Izquierdización o desderechización?

Después del Congreso Ideológico de la Democracia Cristiana, y los diversos planteamientos que se hicieron durante la jornada realizada durante el fin de semana, se ha comenzado a hablar de una izquierdización del “centro político” que representaría la DC.
La pregunta es qué entienden por izquierdización y centro, los actores que han emitido éstas declaraciones de sumo alarmistas e incluso exageradas.
Lo más importante de todo lo anterior, es evitar catalogar apresurada, peyorativa, errada y tendenciosamente, propuestas de políticas o reformas, que pueden ser beneficiosas para la sociedad en general, en el corto o largo plazo.
Debe quedar claro que el epílogo -peyorativo- de “izquierdización” tiene su raíz en un discurso que, erróneamente, considera a cualquier planteamiento que proponga cambiar (o simplemente reformar) el sistema económico, laboral, electoral, previsional, impositivo o salarial, como una amenaza al Estado de Derecho, el sistema económico y político, la estabilidad y el orden.
En realidad, cuando algunos actores hablan de izquierdización, más bien están confundiendo el mantenimiento de ciertos privilegios, con la protección a la democracia, el mantenimiento del centro político, la estabilidad macroeconómica, el orden social e institucional.
Por esto, dentro de éste discurso, cualquier reforma en éstas dimensiones, por ínfima que sea, y aunque esté a favor de la salud, educación, la vivienda y el estómago de los más desvalidos, siempre es vista como riesgosa, ilegítima y contraria a la propiedad, la inversión y la "buena imagen del país".

No confundir bolsillos con Bien Común
El cónclave de la DC, propuso una reforma el sistema político –incluso la creación de un parlamento unicameral-, eliminación del lucro en la educación subvencionada, y enfrentar los altos niveles de desigualdad. Todo esto, fue catalogado de “izquierdización riesgosa” por algunos líderes de la oposición al gobierno concertacionista.
No se trata aquí de reconocer o no, si se es de izquierda o derecha, sino de entender cuándo usamos éstas distinciones, con qué objeto y cuál es la relación entre éstas y las políticas públicas o proyectos de país que se defienden en determinados momentos.
He ahí la clave de todo el asunto.
Reformar el sistema político, no necesariamente es una política de izquierda. Cualquier país medianamente desarrollado puede pretender dichos cambios en favor de mayor eficiencia política y legislativa, dentro de un marco institucional de negociación eficaz.
Lo anterior, es aún más claro en cuanto a superar los niveles de desigualdad y mejorar la equidad económica, política y cultural en una sociedad, lo que en definitiva se traduce en más eficiencia productiva-adaptativa, crecientes niveles de consumo y mayor emprendimiento a nivel general.
En este sentido, todos los países desarrollados han debido pasar por fases de profundas reformas -de "izquierdización" si usamos el lenguaje de los exagerados-, en que los gobiernos han debido sortear la reacción de ciertas elites y oligarquías, para poder avanzar en sus propuestas y mejorar las estructuras e instituciones de toda la sociedad.
En la mayoría de los casos, esas propuestas, en sus inicios fueron consideradas utópicas, extremas e izquierdizadas, incluso destructivas. En mirada retrospectiva, en su mayoría son consideradas buenas decisiones, que favorecieron el bien común.
Chile, tampoco ha estado ajeno a ese tipo de situaciones. Un ejemplo, la nacionalización y chilenización del cobre, hoy en día, no sería considerada una propuesta riesgosa o izquierdizada.
Sin embargo, en los años en que se propuso dicha política, muchos actores dijeron que eso era extremo, populista, además de riesgoso para la inversión y la estabilidad política del país.
Lo clave en todo esto, es que no se debe confundir la estabilidad del sistema con la rigidez institucional de éste, política y económicamente.
Tampoco se debe confundir el balance de poder, con el stato quo político y social. La democracia es dinámica, no rígida, esa es su virtud.
En todo caso, si mejorar las condiciones de vida, trabajo, sueldo, vejez, educación y participación política de la ciudadanía, son símbolo de izquierdización, entonces la política chilena aún está muy a la derecha.

lunes, octubre 01, 2007

Partidos más, partidos menos...

Una verdadera democracia no se basa simplemente en la existencia de muchos partidos, sino más bien de una institucionalidad -formal e informal- que permita generar incentivos para que la ciudadanía, como base del sistema electoral, quiera y pueda participar del juego democrático.
En el último tiempo -como una especie de punto de fuga ante el anquilosamiento del sistema electoral chileno en términos de participación e inclusión- se han propuesto diversos nuevos partidos, que plantean romper con las lógicas partidarias negativas existentes, que tanto desprestigio han traído a la política en general.
En la mayoría de los casos, los líderes de éstos embriones de partido, provienen del mismo aparataje partidario que critican, y del cual hicieron usufructo desarrollando sus carreras políticas.
Dichos proyectos se basan en una crítica focalizada en la clase política, las estructuras en que se sustentan -clientelismo, nepotismo, plutocracia- y una constante apelación a la ciudadanía como actor necesario y principal de la vida política.
Por lo anterior, los futuros partidos están marcados por rupturas -en muchos casos irreconciliables- entre sus líderes y sus antiguas bancadas, donde también se ven "arrastrados" un número no menor de militantes. Son conocidos los casos de Ávila, Flores o Schaulsohn, y los proyectos País V y el ahora en boga Chile Primero.
Debido a ese proceso de "arrastre y desmembramiento" de militantes, lo que se produce es una reestructuración de las relaciones clientelares existentes en el partido nodrizo, que se posicionan como las principales en el nuevo, en torno al líder rupturista.
Así, militantes de menor importancia en el partido tradicional, tienen la chance de obtener una posición de prominencia en la nueva organización política, debido a la mayor cercanía con el nuevo líder único y la menor cantidad de miembros la ser un partido en ciernes.
Lejos de ser esto una apertura democrática -como algunos podrían pensar- lo que se produce es simplemente un subconjunto del partido mayor, donde se repiten las mismas lógicas elitistas, sectarias, de nepotismo y clientelismo.
En términos de comportamiento político, tanto los líderes como los militantes que vienen con éste, arrastran las prácticas desarrolladas en el viejo partido y terminan por reproducirlas y sedimentarlas en el nuevo, dejando -en muchos casos- fuera de la toma de decisiones a los realmente nuevos miembros.
La mejor lógica para ampliar la democracia es fortalecer la Sociedad Civil y organizarla en pro de demandas específicas.

viernes, septiembre 28, 2007

Trabajo, la mejor prevención del delito

El anuncio de las políticas anti-delincuencia se han centrado mayoritariamente en acciones posteriores a la comisión de un delito, y poco a prevenir éstos, aún cuando se sabe que el trabajo carcelario es una variable importante en cuanto a la disminución de la delincuencia.
En este sentido, la problemática referida al tiempo-hombre que se desperdicia con los reclusos en las cárceles es creciente, si consideramos que en 1990 había 22.500 reclusos en todo el país, en el año 2000 su número se elevó a 34.000, lo que significa un crecimiento del 51%.
El deterioro de la infraestructura carcelaria ha generado problemas de sobrepoblación, aglomeraciones y malas condiciones para los reclusos, a pesar de los recursos invertidos en cárceles concesionadas.
En la mayoría de los casos, quienes se encuentran cumpliendo condenas o están recluidos en las cárceles, están desperdiciando su capacidad productiva, y esa inactividad, caracterizada por el hacinamiento, en la mayoría de los casos reduce las posibilidades de reinserción social, y produce la sensación -que es bastante cierta- de que existe un usufructo injustificado del aparato estatal, por parte del mismo delincuente.
Para muchos, la población penal es mano de obra potencial inutilizada, improductiva y mantenida por el Estado mediante altos costos que podrían ser aprovechados con otros fines sociales a corto y largo plazo.
Se hace necesario entonces investigar y buscar formas de aprovechar esa potencialidad laboral en pro del bien común y en ayudar a otros grupos menos favorecidos, como los niños en riesgo social.
Si consideramos que la capacidad del sistema penitenciario chileno está diseñada para recibir a 21 mil internos y que en la práctica alberga a 34 mil, “Esa situación de hacinamiento y la falta de una política clara en materia carcelaria son factores que en gran medida explican situaciones tales como el alto nivel de reincidencia, que supera el 50%”, señalan Folch y Guzmán.

Por lo tanto, ofrecer alternativas y políticas que planteen formas de trabajo carcelario supervisado, que fomente el aprovechamiento de la población penal en actividades productivas, tanto internas como externas a la cárcel misma es imprescindible en estos momentos.
Se hace imperioso renovar la infraestructura carcelaria penitenciaria, no sólo para el control de la población penal sino también, y más importante aún, para propiciar el desarrollo de talleres laborales que fomenten el trabajo carcelario a nivel general.
Éste debe ser visto no como un castigo, sino como un beneficio, tanto para el recluso, como para su familias y la sociedad en general.
Eso, según Folch y Guzmán, exige “la modificación del actual Reglamento Penitenciario, para establecer un marco legal único e integrador, que regule la relación entre las empresas y Gendarmería, por una parte, y entre ésta y los reclusos, por otra”.
El tema del Trabajo Carcelario, y la utilización de la población penal como mano de obra, en muchos casos a concesión, requiere considerar:

1- Las posibilidades de constituirlo como un “pago” a la sociedad, en lo relativo al costo mismo que implica la mantención de la población penal y no en el sentido mismo de la pena.
Es decir, el trabajo debe ser visto como un beneficio tanto para el recluso como para la sociedad en su totalidad, y la estadía en la cárcel, si bien es forzada, debe ser retribuida por los gastos que esto mismo implica.
2- Determinar la viabilidad de conformar el Trabajo Carcelario como un sistema cuyo objetivo es la obtención de recursos que serán destinados a niños con riesgo social y para las familias de los reclusos, bajo asesorías por parte del Estado.

¿Cuán viable es un Política Pública que considera la utilización de la masa penal como mano de obra a concesión a empresas, mediante la racionalización del uso de la cárcel tanto para procesados como para condenados?

jueves, septiembre 20, 2007

Pacto Social ¿Sin lo social?

Durante la misa del Tedeum, realizada el martes 18 de septiembre, la Iglesia Católica -siguiendo la línea de los dichos del obispo Goic- recalcó la necesidad de establecer un nuevo Pacto Social, con el propósito de conciliar el crecimiento económico y la equidad.
La centralidad del llamado radicaba en los últimos hechos de violencia acaecidos durante el pasado 11 de septiembre, que alcanzaron su tope máximo con la muerte de un carabinero -situación que no ocurría desde 1987-.
Sin embargo, aunque no explícitamente, el arzobispo estableció una relación -no causal- entre la violencia desatada y la desigualdad económica existente. Implícitamente, abordó la idea de frustración relativa de Ted Gurr, cuya dimensión subjetiva es clave en la percepción de cierta realidad. Aumentan las expectativas, pero la adquisición de bienes se mantiene, lo que según Gurr ocurre en sociedades en fases de cambio.
Chile, en este sentido, parece estar entrando en una nueva y profunda fase de cambios, donde los ejes centrales serán la equidad económica y el cumplimiento de las expectativas democráticas. Es decir, la gente quiere más bienes, pero también más participación y ojalá más tiempo libre, en definitiva, más calidad de vida. En este sentido, muchos casos, las personas se sienten profundamente frustradas, y engañada por el sistema en general.
Por lo tanto, la idea de responder a esa decepción, se engloba en el establecer un Nuevo Pacto Social, que no es otra cosa que un nuevo acuerdo político y económico entre las partes constituyentes del sistema, los actores que operan en éste, en cuanto a su rol e importancia en el mantenimiento y transformación del mismo. Es decir, un acuerdo entre las elites y la sociedad civil -hoy dispersa-.
Pero, si se quiere hacer un buen pacto, que resuelva la frustración relativa en la sociedad, es clave hacerlo con y para la Sociedad Civil-aunque esté desparramada- y no para proteger los intereses de las elites políticas, económicas, religiosas o militares.
Por lo tanto, lo social es esencial en aquel Nuevo Pacto, entendido no sólo como lo referido a lo popular y distributivo en términos económicos, sino también en cuanto a lo productivo, lo político y lo cultural; pero sobre todo en cuanto a la participación de la sociedad en su totalidad en dicho proyecto.
Un Pacto Social, no es tal si se realiza entre las elites, en reuniones cerradas o en hoteles lujosos por un par de meses. Un pacto social es un proceso que incluye a todos los estamentos de una sociedad, es transgeneracional y está por sobre la ideología, la religión, la raza o cualquier diferencia.
En otras palabras, es momento que empecemos a construir nosotros -todos- el país que queremos...porque hace años ya que dejamos atrás la Colonia, cuando las plutocracias decidían por el resto. La gente si sabe lo que quiere, sólo hay que despertarla, hacerla hablar y escucharla.

domingo, septiembre 16, 2007

América Latina...reflexionado la Independencia

El 2010 Chile celebrará 200 años de su Independencia del otrora Imperio Español. Otros tantos países latinoamericanos también se aprontan a celebrar el bicentenario de su emancipación en fechas cercanas.
Tal como se planteó en el encuentro Lateinamerika Tag, en la Universidad de Frankfurt el año pasado -donde asistí como ponente- la pregunta central al momento de pensar hoy en nuestro continente es ¿Hacia dónde va Latinoamérica? ¿Hacia dónde vamos?
Podríamos sumarle ¿Qué queremos para nosotros, nuestros países, nuestros pueblos?
Es claro que los movimientos independentistas iniciados en el siglo XIX permitieron romper con un orden imperial envejecido y debilitado. Sin embargo este quiebre no fue radical en ningún sentido, puesto que aunque ya declaradas las independencias, en muchos países aún seguían operando las estructuras institucionales y sociales heredadas del tiempo colonial.
En este sentido, la ruptura con lo colonial comenzó y se desarrolló esencialmente en términos políticos -en cuanto al ejercicio del poder por parte de las elites en pugna- pero no institucionales, sociales ni económicos -el entramado más complejo de roer-.
Lo anterior ha marcado la historia de nuestros países y su desarrollo posterior en todo sentido, estableciendo las estructuras sociales, económicas, políticas y culturales de nuestros pueblos.
En muchos casos, como producto y herencia del tipo de elite que lideró la independencia en América Latina, y que posteriormente se sedimentó en el poder, dichas estructuras aún siguen existiendo en algunas regiones, a través de ciertas prácticas de claro raigambre colonialista, que se siguen ejecutando en muchos rincones de nuestro continente, e impiden un mayor avance.
Entonces, podríamos preguntarnos ¿Cuánto del antiguo orden aún existe en América Latina? ¿Cuán independientes somos a casi doscientos años de habernos liberado del yugo español?

domingo, septiembre 09, 2007

El negociador con las Farc ¿Qué piensa en realidad?

La influencia de Hugo Chávez en Latinoamérica - se esté a favor o en contra de ella- parece no ser menor en el último tiempo, sobre todo ahora que, bajo el beneplácito del propio presidente colombiano Álvaro Uribe, se le ha permitido al primero, asumir el rol de negociador con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc).
La posición de mediador, en este caso puntual, no sólo implica el intercambio de prisioneros, sino también proyectar un nivel de diálogo y negociación en el tiempo, más allá del mismo trueque humanitario.
En este sentido, hasta el momento ningún actor -ni la Iglesia, ni Estados Unidos, ni las grandes ONG´s- han logrado establecer un diálogo sostenido entre el estado colombiano y la guerrilla, que permita un termino definitivo del conflicto, cuyo origen data desde hace más de 50 años.
La posición de Chávez en este sentido, es mucho más ventajosa que la de los anteriores "negociadores", no sólo por una cierta afinidad ideológica y política con las Farc, sino también por una postura similar frente a Estados Unidos y al propio estado colombiano.
Sin embargo, lo anterior no ha implicado impedimento para que el presidente venezolano negocie con su par colombiano y se posicione como negociador entre éste y las Farc, pero tampoco significa que Chávez apoye la política de Uribe.
En medio de las críticas a lo que algunos llaman una limpieza de imagen del gobierno de Venezuela -que tendrían un alto nivel de riesgo en términos de fracaso- existe una proyección política -aunque insospechada y para muchos irrisoria- que no ha sido considerada, incluso por el propio Chávez; la idea de la creación de una brazo político y electoral de las Farc, que operé en el sistema electoral e institucional colombiano.
Al modo de Batazuna en España, el brazo político de ETA, Chávez podría instar a la creación de uno similar para las Farc, a través del cual posicionar e insertar su ideal político en Colombia, sin alterar el juego electoral y partidario.
En este sentido, la creación de un brazo político de las Farc, no sólo significaría un triunfo simbólico y mediático para Chávez -y ahí sí que sería una propaganda enorme- como un actor de consenso en el escenario latinoamericano, sino también su inserción ideológica en un partido no venezolano, y por lo tanto, el inicio de la concreta internacionalización de su ideario bolivariano.
Al parecer Chávez está comprendiendo que una buena forma de sustentar su proyecto es atraer a sus vecinos a éste, no por la fuerza, sino a través de las urnas, en el juego político que tanto crítica.