Mientras demandas específicas y genéricas se suman desordenadamente, generando el espejismo de una crisis; las autoridades dan palos de ciegos y la oposición aprovecha de generar descontento social, hablando de desgobierno, crisis social y contradictoriamente del peligro de violentismo.
La crisis social es ficticia, y ésta ilusión se debe a que al descontento por el Trasantiago, que hace días ya había generado protestas por parte de ciudadanos -no violentistas, como el Gobierno y la derecha expresaron- se sumó, por coincidencia, el llamado “Día del combatiente”, que es una “celebración” que no tiene ningún fin político más que mostrar insatisfacción, y por lo tanto sin ninguna proyección en el tiempo.
Es artificial, pues términos específicos, y siguiendo el modelo de David Easton, ésta se debe a que a las demandas específicas generadas a partir del Transantiago, se sumaron -por coincidencia- otras demandas genéricas y “canalizadas” en el día del combatiente, que carecen de articulación política y por lo tanto, no son trascendentes. En ningún caso van de la mano.
En este sentido, debido a que el Gobierno ha demorado en responder a las demandas específicas y ha tomado decisiones (output) no muy acertadas –como el cambio de gabinete-, lo anterior ha dado pie para que la oposición aproveche esto, y catalogue a la Presidenta de falta de liderazgo y capacidad, hable de crisis social, desgobierno, y simultáneamente incite un mayor descontento social haciendo declaraciones del tipo; “a la Concertación no le importa castigar a los más pobres" (La Tercera).
Si bien la población ha evaluado negativamente los output del Gobierno con respecto al Transantiago - lo que se ha visto reflejado en apoyos conductuales negativos (manifestaciones, protestas, desordenes)-, las acciones vandálicas del día del joven combatiente no pueden ser consideradas como un efecto de dicho descontento, ni menos como indicio y parte de una crisis social y política, como la oposición ha expresado.
Las acciones violentas del día 29 de marzo, sólo son el resultado de una conjunción accidental entre demandas específicas del Transantiago y demandas genéricas, que responden más a un discurso establecido, que a objetivos políticos y sociales determinados y planificados.
Lo más probable es que, como ocurre todos los años, el día del joven combatiente pase al olvido, y las demandas específicas del Transantiago sigan siendo lo que son, específicas.
Lo preocupante es que algunos dirigentes de la oposición, en un acto de oportunismo hablan de la necesidad de un giro radical ¿Qué giro? ¿Un golpe?
Peor aún, contradictoriamente, con sus declaraciones, contribuyen a generar mayor descontento con el Gobierno por parte de la ciudadanía, mayor cantidad de manifestaciones, y luego, hablan de desorden, del peligro del violentismo, de crisis social.
¿Con qué objeto? ¿Hacer caer al Gobierno? Quizás la derecha chilena se volvió anarquista
La crisis social es ficticia, y ésta ilusión se debe a que al descontento por el Trasantiago, que hace días ya había generado protestas por parte de ciudadanos -no violentistas, como el Gobierno y la derecha expresaron- se sumó, por coincidencia, el llamado “Día del combatiente”, que es una “celebración” que no tiene ningún fin político más que mostrar insatisfacción, y por lo tanto sin ninguna proyección en el tiempo.
Es artificial, pues términos específicos, y siguiendo el modelo de David Easton, ésta se debe a que a las demandas específicas generadas a partir del Transantiago, se sumaron -por coincidencia- otras demandas genéricas y “canalizadas” en el día del combatiente, que carecen de articulación política y por lo tanto, no son trascendentes. En ningún caso van de la mano.
En este sentido, debido a que el Gobierno ha demorado en responder a las demandas específicas y ha tomado decisiones (output) no muy acertadas –como el cambio de gabinete-, lo anterior ha dado pie para que la oposición aproveche esto, y catalogue a la Presidenta de falta de liderazgo y capacidad, hable de crisis social, desgobierno, y simultáneamente incite un mayor descontento social haciendo declaraciones del tipo; “a la Concertación no le importa castigar a los más pobres" (La Tercera).
Si bien la población ha evaluado negativamente los output del Gobierno con respecto al Transantiago - lo que se ha visto reflejado en apoyos conductuales negativos (manifestaciones, protestas, desordenes)-, las acciones vandálicas del día del joven combatiente no pueden ser consideradas como un efecto de dicho descontento, ni menos como indicio y parte de una crisis social y política, como la oposición ha expresado.
Las acciones violentas del día 29 de marzo, sólo son el resultado de una conjunción accidental entre demandas específicas del Transantiago y demandas genéricas, que responden más a un discurso establecido, que a objetivos políticos y sociales determinados y planificados.
Lo más probable es que, como ocurre todos los años, el día del joven combatiente pase al olvido, y las demandas específicas del Transantiago sigan siendo lo que son, específicas.
Lo preocupante es que algunos dirigentes de la oposición, en un acto de oportunismo hablan de la necesidad de un giro radical ¿Qué giro? ¿Un golpe?
Peor aún, contradictoriamente, con sus declaraciones, contribuyen a generar mayor descontento con el Gobierno por parte de la ciudadanía, mayor cantidad de manifestaciones, y luego, hablan de desorden, del peligro del violentismo, de crisis social.
¿Con qué objeto? ¿Hacer caer al Gobierno? Quizás la derecha chilena se volvió anarquista