martes, octubre 16, 2007

¿Izquierdización o desderechización?

Después del Congreso Ideológico de la Democracia Cristiana, y los diversos planteamientos que se hicieron durante la jornada realizada durante el fin de semana, se ha comenzado a hablar de una izquierdización del “centro político” que representaría la DC.
La pregunta es qué entienden por izquierdización y centro, los actores que han emitido éstas declaraciones de sumo alarmistas e incluso exageradas.
Lo más importante de todo lo anterior, es evitar catalogar apresurada, peyorativa, errada y tendenciosamente, propuestas de políticas o reformas, que pueden ser beneficiosas para la sociedad en general, en el corto o largo plazo.
Debe quedar claro que el epílogo -peyorativo- de “izquierdización” tiene su raíz en un discurso que, erróneamente, considera a cualquier planteamiento que proponga cambiar (o simplemente reformar) el sistema económico, laboral, electoral, previsional, impositivo o salarial, como una amenaza al Estado de Derecho, el sistema económico y político, la estabilidad y el orden.
En realidad, cuando algunos actores hablan de izquierdización, más bien están confundiendo el mantenimiento de ciertos privilegios, con la protección a la democracia, el mantenimiento del centro político, la estabilidad macroeconómica, el orden social e institucional.
Por esto, dentro de éste discurso, cualquier reforma en éstas dimensiones, por ínfima que sea, y aunque esté a favor de la salud, educación, la vivienda y el estómago de los más desvalidos, siempre es vista como riesgosa, ilegítima y contraria a la propiedad, la inversión y la "buena imagen del país".

No confundir bolsillos con Bien Común
El cónclave de la DC, propuso una reforma el sistema político –incluso la creación de un parlamento unicameral-, eliminación del lucro en la educación subvencionada, y enfrentar los altos niveles de desigualdad. Todo esto, fue catalogado de “izquierdización riesgosa” por algunos líderes de la oposición al gobierno concertacionista.
No se trata aquí de reconocer o no, si se es de izquierda o derecha, sino de entender cuándo usamos éstas distinciones, con qué objeto y cuál es la relación entre éstas y las políticas públicas o proyectos de país que se defienden en determinados momentos.
He ahí la clave de todo el asunto.
Reformar el sistema político, no necesariamente es una política de izquierda. Cualquier país medianamente desarrollado puede pretender dichos cambios en favor de mayor eficiencia política y legislativa, dentro de un marco institucional de negociación eficaz.
Lo anterior, es aún más claro en cuanto a superar los niveles de desigualdad y mejorar la equidad económica, política y cultural en una sociedad, lo que en definitiva se traduce en más eficiencia productiva-adaptativa, crecientes niveles de consumo y mayor emprendimiento a nivel general.
En este sentido, todos los países desarrollados han debido pasar por fases de profundas reformas -de "izquierdización" si usamos el lenguaje de los exagerados-, en que los gobiernos han debido sortear la reacción de ciertas elites y oligarquías, para poder avanzar en sus propuestas y mejorar las estructuras e instituciones de toda la sociedad.
En la mayoría de los casos, esas propuestas, en sus inicios fueron consideradas utópicas, extremas e izquierdizadas, incluso destructivas. En mirada retrospectiva, en su mayoría son consideradas buenas decisiones, que favorecieron el bien común.
Chile, tampoco ha estado ajeno a ese tipo de situaciones. Un ejemplo, la nacionalización y chilenización del cobre, hoy en día, no sería considerada una propuesta riesgosa o izquierdizada.
Sin embargo, en los años en que se propuso dicha política, muchos actores dijeron que eso era extremo, populista, además de riesgoso para la inversión y la estabilidad política del país.
Lo clave en todo esto, es que no se debe confundir la estabilidad del sistema con la rigidez institucional de éste, política y económicamente.
Tampoco se debe confundir el balance de poder, con el stato quo político y social. La democracia es dinámica, no rígida, esa es su virtud.
En todo caso, si mejorar las condiciones de vida, trabajo, sueldo, vejez, educación y participación política de la ciudadanía, son símbolo de izquierdización, entonces la política chilena aún está muy a la derecha.

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