miércoles, noviembre 16, 2005

¿Da lo mismo quién gane?

Foto: Emol
La encuesta del CEP puso a todos los comandos a máxima velocidad, unos para aprovechar la "buena racha" y otros, para revertir lo inesperado. También reveló que la suma de los votos de Lavín y Piñera, sobrepasan a Bachelet, por lo tanto la segunda vuelta está asegurada. Más aún, en la medición de la eventual segunda vuelta, parecen estrecharse los resultados entre la abanderada de la Concertación y los de la Alianza. O sea, cualquier cosa puede pasar.
En medio de esto, se produjo, anoche, el segundo debate entre los cuatro presidenciables, marcado por una actitud levemente más confrontacional, y donde primaron temáticas como la exclusión social y el desempleo.
Entonces, surge la pregunta con respecto a dichos temas, ¿Da lo mismo quién gane, entre Piñera, Lavín y Bachelet?
No incluyo a Tomás Hirsch, porque él tiene un planteamiento distinto al de los otros tres candidatos, que propone cambios y críticas importantes al modelo económico, político y social, por lo tanto si fuera elegido, obviamente, otra sería la historia.
Definitivamente, creo que en términos de cambio estructural profundo, daría lo mismo. Ninguno de los otros 3 candidatos plantea críticas al modelo económico, ni tampoco al sistema binominal, excepto en términos muy superfluos, diciendo: "necesitamos un sistema más participativo...".
Quizás esto tiene su origen en la convergencia, en cuanto a pragmatismo y la forma de hacer política, que han ido sufriendo tanto la Izquierda institucional como la Derecha, que genera una indiferencia calculada de los actores políticos con respecto a los problemas sociales más profundos. No es conveniente para éstos plantear propuestas muy ambiciosas, por el miedo al populismo y los extremos, evitando, simultáneamente, enemistarse con los sectores que les interesa mantener contentos.
Además, es muy difícil que pretendan cambios estructurales amplios, aunque los quisieran, cuando la mayor parte de sus bancadas se han mostrado sistemáticamente proclives a mantener el stato quo. Es ilusorio pensar que, sin el apoyo del Congreso, se logren votar leyes que promuevan la equidad y la inclusión de sectores profundamente excluidos del sistema.
La ejecución inmediata, superficial, limitada y propagandística de acciones para “solucionar los problemas de la gente”, de ningún modo revierten la divergencia social y sólo cumplen un rol adormecedor, sedante, de anestesia temporal de las demandas.
El cambio estructural, social, económico y político, no debe esperarse que surja desde un Presidente -sea cual sea- ni tampoco debe personificarse el proceso de cambios sociales. Claro, un presidente o cualquier persona, puede asumir o darse cuenta de un contexto determinado, aprovecharlo y llevar a cabo un proceso de cambios sociales, pero siempre es clave el contexto y el leer correctamente las circunstancias.
¿Cuáles son nuestras circunstancias actuales?
Una desafección política profunda, con una sociedad civil débil, desligada de los político, que no es capaz de presionar en pro de los cambios sociales, que al parecer muchos añoran. Los 3 candidatos están insertos en ese inmovilismo. Lo más probable es que sigan administrando el modelo económico y político sin mayores cambios, y sin considerar a la sociedad civil, como una agente independiente del Estado, con la cual debe negociar y establecer nexos. Peor es esto, si vemos que el Congreso parece ser un foco de defensa del stato quo y no el lugar donde se legisla para mejorar lo instituido.

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