miércoles, octubre 05, 2005

Dos ejemplos del carácter altamente desigual de nuestra sociedad chilena

Esto ocurrió ayer, ambas cosas, dos ejemplos que probablemente se repiten día a día en este país, que se dice “democrático” y todo lo que eso implica. Pero, la verdad cruda es otra, Chile sigue siendo un país oligárquico, con las mismas familias en el poder económico, político y de toda índole. Esto no es propaganda, tampoco resentimiento. ¿De qué? Es la constatación de una vergüenza nacional.
Los dos hechos que mencionaré, grafican perfectamente la cualidad oligárquica y clasista de nuestra sociedad, una lucha de clases solapada que se produce día a día en los trabajos, las universidades, los colegios, los tribunales, en todas partes. Porque sí esto no es lucha de clases ¿Qué es?
La ley Huilcamán fue rechazada por no contar con el quórum necesario de 66 votos, porque -como siempre- no había suficientes legisladores, muchas excusas, y la ley simplemente no se aprobó. Menos de cuatro horas alcanzó a sobrevivir en el Congreso el proyecto que buscaba facilitar la inscripción del dirigente mapuche.
Extrañamente, cuando la Democracia Cristiana se equivocó en las fechas para inscribirse, rápidamente, todos los legisladores, sin distinción política, operaron a favor de una ley –que salió en ocho horas y no ocho años- para arreglar el exabrupto.
En ese momento, sin duda, el Congreso funcionó como una entidad corporativa de clase, porque protegieron sus propios intereses. Claro, porque eso le podría pasar a la UDI o al PPD mañana.
Con Aucán fue todo distinto, claro, la Cámara de diputados una vez más operó defendiendo sus intereses corporativos, los de la clase política, mediante el voto de rechazo o la omisión, que es peor -pues no obstante encontrarse en el hemiciclo, muchos diputados no marcaron preferencia-. Se protegieron no de sus propios errores, sino que de un “enemigo” externo a la clase política oligárquica de Chile.
Huilcamán implicaba una fuga de votos, no muy grande, pero fuga igual, y la apertura de un nuevo foco de representación. Lo que se impidió entonces, fue la posibilidad de autorrepresentación al Pueblo Mapuche. Primer ejemplo del carácter no democrático de Chile.
El segundo hecho denota con claridad la existencia de una “realeza chilensis”, apellidos vinosos, que permiten acceder a trabajos sin necesidad de currículo, mérito, ni esfuerzo, y también de consentir en la impunidad.
Que mejor personificación de ésto son Antonio Simonetti, Domingo Eguiguren y Cristián Waidele, quienes la madrugada del martes 4 de octubre hurtaron una camioneta desde una estación de servicio en el sector de La Dehesa, para luego tener el descaro de argumentar que se trataba de una humorada. Manera de divertirse. Estaban aburridos los hijitos… todos de 22 años, con discernimiento, probablemente con estudios en los mejores colegios y universidades.
¿Qué hizo la justicia? La justicia no existe, el derecho sí, pero el derecho parece letra muerta en casos como éste, porque estos delincuentes, “que alteran la paz social y atentan con la propiedad privada” (pongo en comillas la frase porque es lo que las clases pudientes enarbolan cuando se cometen robos y hurtos) no fueron detenidos de inmediato, como habría sido el caso de cualquier hijo de vecino, sino que deberán presentarse al control de detención por el delito de hurto agravado. Segundo ejemplo del carácter desigual de Chile.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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