martes, octubre 25, 2005

El transantiago, el reflejo de la raíz de nuestros problemas

Al parecer, la improvisada habilitación del plan Transantiago, y sus posteriores y tangibles desajustes, responden a una lógica tradicional en la forma en que se abordan los problemas y soluciones en Chile, superficialmente y no estructuralmente.
Primero, se pretende mejorar el sistema público de transporte, hacerlo más eficiente, descongestionado y fluído, colocando buses -estética y tecnológicamente mejores- pero en calles mal hechas, con cráteres, pues ya no son hoyos.
Más aún, en la planificación de los recorridos, no se consideró el tamaño de las calles, y entonces, un bus "cuncúna" del nuevo proyecto, se demora el doble en virar en cada esquina (produciendo congestión) si es que no bota un poste, un árbol o un quiosco. Es decir, no se mejoró la base estructural que todo sistema de transportes requiere, buenas calles y vías de circulación.
¿Cómo pretenden que estos buses, que son notoriamente más bajos, avancen rápido, si deben esquivar cráteres de un metro e incluso más?
Basta circular por cualquier avenida de la Región Metropolitana para constatar esto (Vicuña Mackenna, Avenida Gabriela Poniente, Santa Rosa, Recoleta e incluso, la mal refaccionada Alameda, que ya no tiene nada de delicias).
Al parecer, los planificadores del proyecto olvidaron verificar cuáles iban a ser los recorridos de los nuevos buses, porque si vieran los hoyos y el estado de las calles por donde éstos deben circular actualmente, difícilmente habrían dado el visto bueno. Aunque estamos en periodo de elecciones, y ahí todo cambia.
Estructuralmente, Santiago aún no es viable para ningún proyecto de mejoras en el sistema de transporte, mientras las calles no sean reconstruidas y no parchadas.
Eso es lo que ha ocurrido con el Transantiago, es una solución superficial, reflejo del reformismo extremo, donde no hay soluciones profundas ni radicales, sólo arreglos de fachada, superficiales, de ornamentación.
Los buses del Transantiago son un simple decorativo con el que se pretende cubrir la fealdad de las calles, su inutilidad, su falla estructural.
La contradicción es clara, se pretende y se ha pretendido ornamentar con accesorios varios, las fallas estructurales del sistema, ya sea de transporte (transantiago), social, económico, político (reformas a la Constitución). Meros adornos. El arból de Pascua seco, listo para leña, con adornos nuevos.
Esta contradicción también la vemos en la construcción de viviendas sociales (Copeva-El Volcán-etc). Se arreglan las fachadas, pero las bases estructurales se desmoronan, están mal hechas. Lo mismo ocurre a nivel social, la desigualdad es estructural, el problema sólo se soluciona de raíz.
¿Cuál sería la solución de fondo?
Un programa de reconstrucción completo, es decir, hacer todo el plan vial de Santiago de nuevo. También deberíamos hacer Chile todo de nuevo.

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