sábado, octubre 22, 2005

II Encuentro Latinoamericano de Estudiantes de Postgrado en Ciencias Sociales

Foto: OIT
El Segundo Encuentro Latinoamericano de Estudiantes de Postgrados en Ciencias Sociales, realizado el día viernes 21 de octubre, en la Universidad Alberto Hurtado, demostró la inmensa posibilidad de una integración latinoamericana.
Antes de comentar el encuentro, quiero agradecer especialmente a Natalia Velásquez, Rovitzon Ortiz y Beatriz Rodríguez-Milhomens, cuyo esfuerzo, tenacidad e interés fueron primordiales para la realización de este encuentro, y también el haberme invitado a participar en él.
El eje central de este segundo encuentro era la problemática del Estado, el poder y la democracia, en base al cual giraron las cuatro ponencias expuestas.
La primera, ofrecida por el abogado Hernán Hilizarbe (Fenómeno del Transfuguismo en Perú); la segunda, por el historiador Luis Damián Goyhenespe (Soberanía, ciudadanía y territorialidad: las transformaciones de una relación compleja en el mundo globalizado); la tercera, por quién escribe (La distribución del poder en el aparato del Estado. Imbricación entre el campo empresarial y estatal y las lógicas de distribución del poder en el sistema democrático); y la cuarta por el licenciado en Comunicación Social Víctor Adrián Díaz Esteves (Comunicación popular, poder y democratización en América Latina).
Las ponencias planteaban 4 visiones, desde cuatro países -Perú, Argentina, Uruguay y Chile- y también ciertas problemáticas que son transversales a toda Latinoamérica.
No haré un análisis de cada ponencia, porque no es el tema de este artículo. Lo que interesa plantear es la posibilidad de establecer líneas y proyectos comunes para mejorar la situación latinoamericana.
La crisis de identidad de los partidos políticos y de la representación, la desafección política, la elitización del poder y la profundización de la democracia, se mostraron como los tópicos esenciales en las distintas ponencias, más allá de los enfoques o pretensiones de cada una de ellas.
Lo enriquecedor del encuentro radicó esencialmente en la constatación de que sufrimos problemas similares y pretendemos soluciones concretas para éstos.
En la posibilidad de coincidir en cómo pensar nuestro continente y en entablar nexos duraderos y fuertes con otros cientistas sociales jóvenes, con las mismas problemáticas y sueños.
En este sentido, la presencia de estudiantes de México, Venezuela, Cuba, Colombia, Uruguay, Argentina y Chile en el congreso, no sólo reavivó mi optimismo con respecto a una integración más profunda de América Latina, sino que me demostró cuan parecidos somos como ciudadanos de un continente con una base histórica común.
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