domingo, octubre 23, 2005

El padre Hurtado ¿Un sacerdote de izquierda?

La imagen de Alberto Hurtado Cruchaga, el padre Hurtado, parece estar maquillada de un aire de neutralidad ideológica, que al parecer el sacerdote jesuita no tenía. En este sentido, es necesario rescatar el fuerte sentido crítico y de justicia social que tenia su pensamiento, que apuntaba directamente a los poderes oligárquicos y a las bases estructurales de la pobreza y la desigualdad en Chile.
"De aquí la ineficiencia de la filantropía, de la mera asistencia, que es un parche a la herida, pero no el remedio profundo" (Alberto Hurtado).
Mucho se ha hablado de su mensaje de solidaridad, muy valioso por lo demás y de gran importancia en estos tiempos individualistas, pero poco se ha hablado de las fuertes críticas que realizaba a las altas esferas del poder, de un pensamiento visionario, que pretendía cambios a todo nivel.
"Proveer a las necesidades inmediatas es necesario, pero cambia poco su situación mientras no se abren las inteligencias, mientras no rectifica y afirma voluntades, mientras no se anima a los mejores con un gran ideal, mientras que no se llega a suprimir o al menos atenuar las opresiones y las injusticias..."
¿Qué diría Alberto Hurtado si supiera cuál es la situación de desigualdad en Chile? ¿Qué les diría a las elites que se han apropiado de su imagen para mostrarse como seres con conciencia social, en beneficio de la propia imagen? ¿Qué diría de quienes utilizan la justicia social como modo de expiar culpas o simplemente como item de campaña política?
Vemos que su discurso "estaba enfocado en el respeto al valor de las personas, el trabajador vale más que el capital y más que el trabajo mismo", por algo fue asesor de la Acción Sindical Chilena (Asich) y afirmaba que "Dios no preguntará lo que usted hizo para proteger sus derechos, pero preguntará lo que usted hizo para proteger los derechos de otros".
¿Cuántos de los que hoy hablan del padre Hurtado, nunca cumplieron esta premisa cuando se vivían momentos difíciles?
Su agudeza crítica planteaba que para muchos era - y es hoy día- más fácil fomentar la caridad que la justicia social.
“Es horrible el contraste entre quienes nadan en la abundancia y quienes se ahogan en la desesperación de la indigencia. Esto va enconando día a día los ánimos, por ello, subversivo es hacer la revolución y más subversivo aun, es provocarla”.
En este sentido, ¿Quiénes son los verdaderos provocadores de la revolución, los que sentan las bases para su caldo de cultivo o quienes la hacen?
Llendo más allá, la revolución podría ser legítima en sí, no así su proyección y sus posteriores probables vicios, pues eso es otra historia.
Más allá de las consideraciones religiosas, Alberto Hurtado apuntaba esencialmente al constante compromiso social, a enfocar todos los esfuerzos no sólo a suplir necesidades inmediatas, sino también a corregir las fallas estructurales de la sociedad.
Fallecido en 1952, no alcanzó a vivir el contexto de polarización y la fase de cambios posteriores en Chile.
¿Cómo lo habrían catalogado quienes, en un momento preciso de nuestra historia, tildaron de marxismo cualquier idea que criticara el stato quo o planteara la justicia social?
¿Qué diría hoy, considerando el individualismo y la falta de compromiso social de la mayoría de los profesionales, que se centran en el lucro individual?
"Cada profesión ha de ser concebida no sólo como un medio para ganarse la vida, de mejorar su situación económica, de labrar un porvenir a sus hijos, sino también como el ejercicio de una misión social y una colaboración al bien común de la sociedad.”
Es necesario rescatar, del reduccionismo simplista, la imagen de Alberto Hurtado, no dejarlo como un hombre centrado en la simple caridad, sino que como un hombre centrado en la búsqueda de procesos de cambios profundos, estructurales y radicales en nuestra sociedad, pues ese era el motor fundamental de su pensamiento y su actuar.

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