miércoles, abril 18, 2007

Respetar las soberanías cuando conviene...

El Senado chileno -compuesto en su mayoría por aquellos que enarbolaban la soberanía nacional durante la detención de Pinochet- esta vez, no consideró ni respeto la soberanía de Venezuela en cuanto a sus asuntos internos y demostró su fuerte influencia sobre las decisiones del Ejecutivo chileno.
Hace algunos años atrás, cuando la justicia española inició los procesos judiciales contra Pinochet y posteriormente éste fue detenido en Londres, tanto el Gobierno de Eduardo Frei, como algunos miembros del Senado chileno, proclamaron la soberanía y la no injerencia de tribunales, organismos y poderes legislativos extranjeros en los asuntos internos chilenos.
En este sentido, fueron esencialmente las presiones por parte de algunos miembros del Congreso chileno, las que fueron guiando las acciones del Gobierno de Frei con respecto a los juicios contra Pinochet y su posterior detención, a través de la apelación constante al concepto de la soberanía nacional, del gobierno, la justicia, y los tribunales chilenos; y la no intervención de instancias internacionales en éste caso.
Se pretendía esto, instando al gobierno de Frei Ruiz-Tagle, por parte de miembros del Senado y las Fuerzas Armadas, a romper relaciones diplomáticas con España e Inglaterra. Incluso, algunos -en un claro afán alarmista y de generar mayor presión sobre el gobierno- llegaron a hablar de "ingobernabilidad peligrosa", que la Transición democrática corría serio peligro.
La presión se materializó en que el Estado chileno declaró finalmente su soberanía en asuntos que concernían a los tribunales chilenos, aunque las denuncias contra Pinochet habían sido hechas a través de instancias judiciales internacionales.
La soberanía de Chávez ¿Es de otro tipo?
Contradictoriamente a lo ocurrido hace algunos años, hace unos días atrás, miembros del Senado chileno (específicamente miembros de la Alianza por Chile y tres demócrata-cristianos) acordaron llevar a la Organización de Estado Americanos (OEA), una protesta por el término de la concesión a la cadena venezolana de televisión, Radio Caracas Televisión, en una clara manifestación de desacuerdo con respecto al gobierno de Hugo Chávez.
Ante esto, hubo una fuerte respuesta por parte del presidente venezolano, quien calificó al Senado chileno de fascista, generando diversas reacciones en Chile, entre ellas diversas presiones por parte del mismo Congreso chileno.
Dichas presiones del legislativo sobre el Gobierno chileno, nuevamente tuvieron atisbos alarmistas, donde algunos hablaron incluso de suspender el viaje de Bachelet a Venezuela -enmarcado en la cumbre energética-.
Esta vez, para algunos miembros del Senado chileno, la soberanía del gobierno venezolano, no tenía el mismo valor que tenía la soberanía chilena cuando Pinochet estaba preso en Londres.
Al parecer, los conceptos de soberanía varían para algunos miembros del Senado chileno, según las conveniencias o los puntos de vista; y parecen olvidar la independencia que tiene el poder Ejecutivo en determinadas áreas.

3 comentarios:

Lucho dijo...

Es interesante la comparación que haces.

Tal vez hay que preguntarse que pasaría, en un caso hipotético, si por ejemplo un presidente de otro país estuviera asesinando a sus ciudadanos. ¿El gobierno chileno no debería intervenir diplomáticamente? Supongo que todos esperarían y demandarían que interviniera. Creo que al final cada caso es diferente, y cada uno trata de defender sus intereses, dejando las "convicciones" para los discursos de campaña.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

La situación que mencionas se da diariamente en las Relaciones Internacionales, en varios países está muriendo gente por culpa de sus propios gobiernos, gobiernos vecinos o claramente invasores.
El carácter de esa intervención dependería del bando, ahí ya entraríamos en juicio de valor.
En todo caso, aquí sólo se plantean contradicciones en el discurso.

Lucho dijo...

A eso me refiero. Pareciera que las contradicciones no le causan ningún problema a los políticos. Se mantienen fieles a sus discurso durante una campaña para ganar votos, y después se contradicen día por medio para defender sus intereses.