El principio básico y esencial del Liberalismo (s) sin ser explícito, se centraba en la premisa de que ningún sujeto -como igual y libre- debía ser sometido a alguna intervención ilegitima, proveniente de cualquier tipo de poder. Es decir, plantea la protección de los sujetos ante el despotismo y el autoritarismo. Para ello, se establece como mejor y más adecuado instrumento, el Derecho, a través de leyes universales, generales y aplicadas a todos por igual.
El contexto histórico en que surge tal concepción, marcada por el creciente aumento del absolutismo monárquico en Europa, determina que las ideas liberales se centren en establecer límites al actuar del gobierno del rey y el Estado que lo sustenta.
Lo central -más allá de los contextos- es hacer legitima la posibilidad de oposición de los gobernados ante cualquier poder que los someta y ante cualquier institucionalidad que sustente dicho dominio.
Por lo mismo, John Locke establecía que era necesario el establecimiento de un gobierno que administre la Justicia, protegiendo derechos y libertades de los sujetos, ante toda agresión ilegítima, y simultáneamente indicaba que el límite para dicho gobierno era el cumplimiento de dichas funciones, protegiendo la vida, libertad y las posesiones.
Como primera aclaración, dichas posesiones no eran exclusivamente de orden material como actualmente el discurso imperante trata de imponer -al reducirlas a la propiedad privada económica como se concibe hoy- sino más bien corresponden a todo los ámbitos no políticos donde los sujetos tienen derecho a la interacción, la privacidad e independencia, como la religión, las relaciones amorosas, la vida sexual, la economía o la cultura, los gustos, las preferencias, etc.
Por lo tanto, debe quedar claro que Locke establece el concepto más allá de la propiedad material -que sería una parte y no el total de ésta- donde se incluyen también expectativas personales, educacionales, económicas, sociales, culturales, creencias, etc. Tocqueville planteaba una idea similar al referirse a las libertades cotidianas como la libertad de expresión o de asociación.
Hasta este punto, podemos decir que el Liberalismo en términos generales, pero a la vez puntuales establece el ámbito de la Libertad -a nivel de relaciones de poder entre los sujetos- planteando que ningún sujeto debe ser sometido ilegitimamente a cualquier tipo poder o dominación, lo que se constituye simultáneamente en base de la idea de Igualdad. Más importante aún, se plantea una distribución del poder a todo nivel.
Sin embargo, de lo anterior se desprenden dos dilemas:
- Qué define la legitimidad de la intervención.
- Qué tipo de poder somete a los sujetos en un contexto histórico determinado.
A partir de estos dos problemas no resueltos, surgen los argumentos que han convertido y reducido al Liberalismo a lo largo del tiempo, en un "credo económico", cuyo único discurso se centra en la supremacía de la propiedad individual -reducida a maximización de capital monetario- por sobre el bien colectivo y social, envolviendo todo tipo de bienes y valores bajo el concepto de mercancía, bajo un orden totalizante basado en la propiedad privada.
En base a esto, se ha desvirtuado la idea base de la Libertad que planteaba el Liberalismo en sus orígenes, la que ha sido reducida a las nociones económicas del laissez faire, reflejada en la pretensión de establecer una anarquía económica, que se traduce en la praxis, en una creciente falta de Responsabilidad Social de los sujetos con mayor poder, ya sea político o económico; la concentración del poder político y económico; y la consecuente atomización del sujeto como ente activo en lo Político y Social.
Se produce entonces, la negación de la libertad y la igualdad esencialmente política, económica en la Sociedad, estableciendo con ello la falsa incompatibilidad entre Liberalismo y Justicia Social e inclusión económica y política, debido a que en el discurso imperante, el ámbito privado y protegido, sólo se tiende a relacionar con la propiedad de los medios de producción de los más poderosos.
Del despotismo político se pasa irremediablemente al Despotismo económico, que en forma totalizante ha envuelto todos los ámbitos privados de los sujetos, haciendo a los más débiles, menos libres y más sometidos al dominio de los intereses de grupos corporativos, de poder político y económico, cada vez más imbricados.
Entonces, se produce la negación sistemática de diversos derechos como la libertad de asociación (con la prohibición de sindicalizarse), la igualdad ante la ley (el tema Medioambiental es buen ejemplo) o la libertad de expresión (con la concentración de los medios de comunicación y la censura en diversas formas).
Se rompe en definitiva "el derecho de la gente ordinaria de encontrar un espacio para sus aspiraciones y un refugio ante la presuntuosa embestida de los que se sienten sus mayores" (Sowell).
Desarrollaré más las ideas en todo caso. Esto es sólo un paso.