miércoles, noviembre 07, 2007

Pastilla del día después: Libertad de conciencia para no venderla, pero sí para fabricarla

En las últimas semanas se ha hablado a destajo de la “libertad de conciencia” para plantear que el Gobierno chileno estaría en contra de ésta, al obligar a las farmacias a tener en su stock de productos, la llamada Píldora del día después. Lo contradictorio es que ninguno de los que cuestiona la medida, critica a los laboratorios por fabricarla.
Cuando el Ministerio de Salud amenazó con sancionar a las farmacias que se negasen a vender la Píldora del día después- por estar dentro del Formulario Nacional de Medicamentos- lo primero que algunos hicieron para criticar la medida, fue hacer mofa de la tremenda sintonía, que dijo tener la Presidenta Bachelet, con el Papa luego de su visita al Vaticano.
Incluso algunos, que antes pedían aplicar el máximo rigor de la ley, acusaron de dictatorial la medida por su carácter de obligatoria.
El principal argumento, utilizado a destajo por quienes criticaron la orden del Ministerio de Salud, ha sido hablar de la libertad de conciencia, a la que tendrían derecho las farmacias –aún cuando éstas en realidad no la tienen por ser personalidades jurídicas y no naturales-.
El argumento parece ser eficaz pero es profundamente contradictorio en varios puntos:
Primero, es extraño que los dueños de las farmacias, sí tengan las píldoras guardadas en sus bodegas, aún cuando no tenían pensado venderlas por un tema de “conciencia”. Sería como tener droga guardada para venderla, aunque en realidad no quiera.
Segundo, muchos han confundido la libertad de conciencia con la de empresa, aunque en ningún caso se ha pasado a llevar la segunda, puesto que no se obliga a vender, sino que a tener en el stock de productos disponibles. No se obliga ni a promocionar, ni a ofrecer, sólo a tenerla disponible para quien la solicite.
Tercero, se ha dicho que la orden no tienen respaldo legal, y que exigir un stock de productos, no tiene valor, lo que estaría dejando al arbitrio del Estado y no del público qué se vende y qué no.
Este argumento, es de doble filo, puesto que si se le resta importancia a la normativa emanada de la autoridad, entonces se abre la posibilidad de que arbitrariamente en el futuro, las farmacias se nieguen por diversas motivaciones ideológicas o económicas, a vender otros medicamentos, poniendo en riesgo la vida de las personas.
Cuarto, los espontáneos defensores de la libertad de conciencia, en ningún caso han cuestionado a los laboratorios y farmacéuticas que fabrican el producto, que –bajo un razonamiento lógico- serían los principales culpables por hacer que exista la Píldora.
Sin embargo, hacerlo demostraría que en muchos casos, son los privados, y no el Estado, los culpables de ciertos males, lo que haría estragos en su discurso anti-Estado, intervención y regulación.
Más débil se vuelve el argumento -sobre todo para criticar la tremenda sintonía de Bachelet con el Papa- si se considera que el 29 de octubre el mismo Pontífice se reunió con los químicos farmacéuticos del mundo, para defender la libertad de conciencia.
Lo contradictorio es que es muy probable que estuvieran representantes de los grandes laboratorios, que en ningún caso han suspendido la producción de la Píldora para luego comercializarla, aún después de haber estado en el Vaticano.
Tremenda sintonía entre las farmacéuticas y el Papa.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen análisis del tema. Creo que este tema deja totalmente en evidencia las contradicciones que se producen en el discurso de las personas demasiado "ideologizadas".

Nunca he entendido muy bien la necesidad que sienten algunas personas de decidir por el resto.

En otro de los temas que tocas, creo que al asumir que el Estado existe, hay que aceptar un cierto grado de intervención estatal. Mucha intervención es dañina, pero ciertas intervenciones solucionan distorsiones.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Exacto, yo no hablo de que el Estado intervenga en todo, pero si debe regularizar, porque lamentablemente, los seres humanos no somos muy civilizados, y ni el mercado corrige totalmente las fallas.

Chile Liberal dijo...

El tema de las farmacéuticas es muy interesante. De hecho, la narrativa del problema es:

Un individuo A decide fabricar una sustancia
Otro individuo, B, decide emplear dicha sustancia

Para ello, B paga X a A.

¿Qué le importa a Z lo que haga B? Es decir, la objeción de conciencia de uno no puede afectar la decisión de otro. Pero es aún más interesante tu enfoque porque ¿qué ocurrirá mañana, cuando se invente todo tipo de sustancias?

Por ejemplo, habrá una píldora que mejorará 20 puntos tu CI. Habrá otra que te permitirá estudiar y dormir apenas 3 horas, sin afectar tu salud. Son tales las posibilidades, que el conflicto se reduce a otro:

¿Hasta qué punto se puede restringir a las farmacéuticas? ¿Cuál es el límite para restringir su actividad? ¿Quién está capacitado para aplicar estas restricciones?

El tema de la PDD pasará, como ya pasó el divorcio, y como ya se ve venir, el aborto. Pero son tales las posibilidades que abre la investigación científica, que ya podemos avizorar los conflictos futuros.

Ahora, volviendo a la pastillita, me gustó algo que leí hoy: imagínate que el director de la Posta fuese Testigo de Jehová y objetara que te hagan una transfusión de sangre. Es el mismo mecanismo que demuestra lo absurdo de algunos para pretender menoscabar la decisión que la gente toma, y que le afecta en sí.

Pablo dijo...

Hola Jorge,
respecto a tu comentario sobre el Papa y los farmacéuticos, te puedo asegurar que el Papa no va a dejar pasar a ningún farmacéutico que represente a tal o cuál laboratorio, él siempre estara por la defensa a la vida, la Iglesia siempre lo ha estado, lo estuvo defendiendo los DDHH durante el gobierno militar, y lo estará ahora (coherencia,justamente lo que le falta a Bachelet).

Javier Bazán Aguirre dijo...

Jorge caes una contradicción, pues si afirmas las farmacias tienen (el tener como obligación) que tener stocks disponibles, es lo mismo que decir que obligas a las farmacias a comprar tal producto a la empresa que lo produce; aunque posteriormente no a venderlo.
Entonces, ¿por qué una empresa se arriesgaría comprar productos que no va vender? Sería una pérdida.
Estoy de acuerdo contigo en que no se ataca al productor, sino al intermediaria, esto es, la farmacia.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

No es contradicción y te explico por qué: Yo estoy de acuerdo en que se venda la pastilla, y que si está en la lista, las farmacias la tengan y que por lo tanto la produzcan los laboratorios.
Lo que es contradictorio es que quienes critican esa obligación -por un tema ético- no cuestionen a los que producen la píldora.
Lo otro contradictorio es que si yo no estoy de acuerdo con venderla, para que la adquiero y la guardo en bodegas. Por lo mismo supongo que igual la iban a vender después de anunciar su negativa, obviamente para no tener pérdidas.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Pablo, mi critica se centra en la dualidad del discurso de un sector que ahora se escuda en la Iglesia para criticar la medida y al gobierno, pero luego la deslegitima cuando la misma Iglesia habla de desigualdad y sueldos éticos para los trabajadores.