martes, junio 12, 2007

El fin de la Democracia de los Consensos

La conformación del actual sistema político chileno tiene directa relación con la forma en que se constituyó la transición a la democracia, sobre todo en base a la denominada democracia pactada (Boeninger-Allamand).
La falsa noción de fragilidad del sistema político, desarrollada desde los inicios de la transición opera como un medio de presión para el mantenimiento del sistema mismo.
Así, a inicios de la Transición, se produce la disminución paulatina de los discursos confrontacionales entre los actores políticos –dentro de lo que se denominó Democracia de consensos- sin que necesariamente la sensación de desconfianza mutua -entre derecha e izquierda institucional- haya desaparecido. Esa disminución respondía a una presión estructural, esencialmente en la amenaza velada de una posible reacción militar y a un cálculo político, tanto de la Derecha como de la Concertación.
Para la primera, tenía por objeto, desligarla del régimen militar y mostrarla como esencialmente democrática dentro del nuevo escenario político. Para la segunda, servía de instrumento para continuar con el proceso iniciado en 1988, y mantener el poder.
Dentro de estos parámetros, los actores políticos decidieron operar, asumiendo un rol de gobierno y oposición, que en ningún caso alterara o amenazara el sistema político y económico.
El desalojo
El concepto de desalojo, rompe con el concepto de consenso, que primo en el juego político -entre gobierno y oposición- durante casi 16 años, desde la elección de Aylwin hasta el período de Lagos.
El desalojo parece tener más similitud con conceptos o frases ya usadas por la derecha en años previos, como "limpiar la casa" o "extirpar", que tienen una alta carga de agresividad, ya no sólo política en términos de oposición, sino que sistémica, pero sobre todo, porque que el concepto implica indefectiblemente apelar al uso de la fuerza.
Esa apelación trae implícito un menosprecio implícito a los procedimientos regulares de transferencia del poder, que sin embargo, parecían ser aún valorados cuando se hablaba de alternancia de éste.
Hoy no estamos en una democracia de consensos, sino que en una democracia de trincheras, donde las bombas discursivas van y vienen, de un lado a otro, y donde los contendores están dispuestos incluso a la destrucción total del opositor.

7 comentarios:

Lucho dijo...

Muy interesante el post. De toda maneras me parece que la interpretación de "desalojo" puede ser un poco extrema. Supongo que a cada persona le producirá algo diferente, pero me parece que tal vez se está tratando de ver algo donde no hay nada.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

El artículo es un análisis a nivel de discurso. Es decir, como se configuran, utilizan y articulan los conceptos en el plano político.
Y en ese nivel, claramente hay una ruptura, donde la oposición se lleva al extremo, de incluso poner en riesgo todo el sistema.

Lucho dijo...

Pero todo eso lo concluyes a partir de la palabra "desalojo" o basándote en otros discursos?

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

La política tiene una dimensión netamente discursiva, es decir, que se basa en metarrelatos, en concepciones de la realidad y paradigmas, que luego terminan por definir los roles de los actores y su relación con el poder, el factor principal de la política.
Cuando se retorna a la "democracia" ciertas cuotasde poder yacían aún bajo criterios del régimen previo (enclaves autoritarios), por lo tanto, el discurso imperante, que era el tema de la democracia, esencialmente era el que definía como se distribuían las cuotas de poder y las relaciones de poder.
Para no afectar el paradigma de la democracia, los actores acuñan el consenso...hoy el consenso se ha abandonado, porque el paradigma de la democracia, también podría empezar a ser cuestionado, por diversos actores.

Rodrigo Sepúlveda dijo...

ejalea!

Lucho dijo...

Realmente es muy interesante el tema. Gracias por la explicación.

Sin saber mucho del tema del discurso, no me parece que alguien cuestione realmente a la democracia. Me cuesta creer que alguien quisiera volver a tiempos antidemocráticos.

Javier Bazán Aguirre dijo...

La transición todavía no termina.
Yo creo que se dan las cosas: cosenso y pugilato (trincheras).
Sin embargo, Fernado Villegas preguntó una vez, si la Concertación fuese oposición, sería la oposicíón de la antigua democracia, que obstruía por obstruír las iniciativas del gobierno, sea cual fuese, o sería un oposición sensata, más que constructiva.