lunes, julio 16, 2007

De nada sirven los pianistas sin piano...

Capital social versus mérito.
Mucho se ha hablado de la "meritocracia" como factor esencial para el surgimiento de una verdadera sociedad de oportunidades, más inclusiva, pero poco se ha considerado que la base de ello, es el desarrollo de capital social equitativo.
El capital social indefectiblemente envuelve la idea más bien vaga de meritocracia -es decir, la competencia en base al mérito- porque es éste el que facilita las redes, herramientas y prácticas que permiten el desarrollo del mérito, su exposición y valoración; y en definitiva permiten competir en igualdad de condiciones a los sujetos.
El concepto de capital social opera en torno a dos dimensiones, interrelacionadas:
1) La posibilidad de movilización de determinados recursos por parte de un grupo social determinado, ya sea un grupo etáreo, racial, cultural, político, productivo, religioso.
2) La estructura de redes de relaciones sociales entre grupos sociales diversos, donde operan los sujetos.
Ambas dimensiones son dependientes una de la otra, puesto que la existencia de mayores redes sociales, permite una mayor movilización de recursos, ya sea para un individuo o un grupo determinado, en base a relación a nivel de grupo -bonding-, a nivel de grupos similares (bridging) o entre grupos de distintos campos (linking)1.
En general, todos los grupos sociales funcionan en base a 3 conceptos fundamentales: confianza, cooperación y reciprocidad. La última se basa en el intercambio, no en la lógica del mercado como explica Raúl Atria, sino más bien en una de favores.
Tengo dedos para el piano pero no capital social
La meritocracia no es posible si existen diferencias extremas en cuanto a capital social, y más aún si es éste último el que prima a la hora de seleccionar a un individuo para un puesto de trabajo o una beca de estudio, ya sea en una entidad privada o estatal.
Cuando esto ocurre, entonces, ya no podemos hablar de competencia, sino más bien de estructuras de favores ineficientes o simplemente clientelismo político. En definitiva, estamos ante una plutocracia.
Lo anterior, porque las asimetrías de información que se generan a partir de los desequilibrios en cuanto al capital social de los grupos, producen entonces accesos diferenciados a los recursos materiales y culturales que existen en cualquier sociedad, que terminan por sedimentar estructuras que inhiben las oportunidades de ciertos grupos y sus sujetos componentes.
Mientras se siga valorando el capital social del individuo -origen, apellidos, redes sociales, etc- por sobre sus propias capacidades individuales, la meritocracia sólo será una palabra sin sentido.
1. Michael Wolcock, 1998.

3 comentarios:

Javier Bazán Aguirre dijo...

¿Dónde puedo encontrar el artículo de Raúl Atria?

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

En ECLAC.

ALEX dijo...

LA MERITOCRACIA ES UNA POLÍTICA QUE SE INTENTÓ INSTAURAR EN COLOMBIA PROMETIDA POR EL PRESIDENTE URIBE. ESTE SISTEMA HA RESULTADO SER UNA SUERTE DE FACHADA PARA LEGALIZAR EL CLIENTELISMO MÁS ALTAMENTE VIVIDO EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS.

A DECIR VERDAD CREO QUE SI DENTRO DE LAS LEYES BANCARIAS SE SIGUE PRESTÁNDOLE PLATA A QUIEN, COMO CONDICION SINE QUA NON, DEBA TENER DETERMINADO MONTO DE DINERO EN BIENES, CONTINUAREMOS VIENDO PIANISTAS SIN PIANO.