La polémica en torno a Codelco, ha revelado las desventajas del subcontrato a las que se someten miles de chilenos, no sólo en empresas públicas, sino también privadas, donde el trabajo es sin trato ni buen trato.
En cuanto a los últimos acontecimientos en torno al conflicto en Codelco y sus trabajadores, en el discurso imperante parece existir -sobre todo para la prensa, el gobierno y la oposición- dos tipos de trabajadores, los de primera clase -los contratados- y los de segunda, los subcontratados.
A los primeros se los ha utilizado* como el canon de legitimidad que tendrían los trabajadores en cuanto al derecho a tener representación y exigir a sus empleadores, lo que se traduce en que sólo los contratados directamente, tendrían tales derechos.
En cuanto a los segundos, sus demandas, organización y formas de representación han sido deslegitimadas mediante la apelación constante a la protección de los derechos de los primeros y la eventual ilegalidad de su huelga y sindicato, debido a su calidad de subcontratados.
A los primeros se los ha utilizado* como el canon de legitimidad que tendrían los trabajadores en cuanto al derecho a tener representación y exigir a sus empleadores, lo que se traduce en que sólo los contratados directamente, tendrían tales derechos.
En cuanto a los segundos, sus demandas, organización y formas de representación han sido deslegitimadas mediante la apelación constante a la protección de los derechos de los primeros y la eventual ilegalidad de su huelga y sindicato, debido a su calidad de subcontratados.
Es decir, los contratados sí tienen derecho a la huelga, a organizarse, a exigir mejoras salariales, además de contratos más justos y adecuados, a sus empleadores.
A los subcontratados en cambio, en el discurso imperante, parecen negárseles todos esos derechos, incluso el de organizarse.
A los subcontratados en cambio, en el discurso imperante, parecen negárseles todos esos derechos, incluso el de organizarse.
Literalmente, están en un limbo, en un espacio muerto entre la empresa contratista y la empresa a la que venden su trabajo, donde no tienen ningún derecho.
Los subcontratados, no sólo de Codelco, sino de las empresas de Retail, de centros de formación técnica, empresas de telecomunicaciones, son un grupo que no tiene a quién exigir mejores condiciones de trabajo y salario, buen trato, y buenos contratos.
Los subcontratados, no sólo de Codelco, sino de las empresas de Retail, de centros de formación técnica, empresas de telecomunicaciones, son un grupo que no tiene a quién exigir mejores condiciones de trabajo y salario, buen trato, y buenos contratos.
Metafóricamente están en una oficina, donde lo pasean de una secretaria a otra, todas lavándose las manos cuando éste quiere agua, porque ninguna quiere hacer nada, pero ambas le exigen el máximo de paciencia y sudor.
Extrañamente, entre los argumentos - sumados a todo tipo de apelativos desde extremistas, comunistas, insurgentes- esgrimidos para cuestionar la validez de las demandas de los subcontratados y simultáneamente proteger la lógica de subcontrato -con claros ribetes de explotación- está el que la "buena imagen" de Chile, se puede ver afectada por los incidentes y movilizaciones.
La imagen es nada, la dignidad es todo.